La transformación social, el baile, el teatro, la música y las artes plásticas, entre otras expresiones, nos permiten gozar de una vida cultural a la que todos tenemos derecho. En el Chocó estamos buscando que el cine nos deje ver realidades que no vemos, aunque estén ahí.
La politiquería, los sicarios, los extorsionistas, los ladrones, la pobreza, la miseria, la corrupción, la drogadicción, la masacre de Bojayá. Para muchos, esto es muy crudo; pero tengo que decir que eso es lo que se vive en los barrios que llaman de estrato ‘cero’ o ‘uno’ de nuestras ciudades colombianas, en donde los jóvenes siguen siendo reclutados para el mal.
Este proyecto cinematográfico hace del cine una herramienta de transformación social, de resilencia, para superar el dolor de las masacres, de la violencia rural y urbana. En el Chocó, además, más que una fuente de entretenimiento, es un proyecto para rescatar la cultura de la vida, porque busca acabar con las fronteras invisibles del Pacífico colombiano.
Con la película ‘Ejércitos sin esperanza, la verdad os hará libre (Juan 8:32)’, que se desarrolla en la urbanización 2 de mayo, cuyo nombre refiere a la masacre de Bojayá y otras operaciones de guerra que vivieron la gran mayoría de habitantes de este barrio, también conocido como el Reposo 3, los jóvenes entre los 14 y 27 años de edad que estaban en la praxis de la guerra urbana, asesinando, extorsionando, cuidando sus territorios y eran juzgados por la comunidad civil y policiaca, tienen una nueva oportunidad de reconstruirse.
Ahora, con su participación en el proyecto producido por Made in Chocó y la Fundación Aasanaar, han adquirido la cultura de la vida, han creado una realidad espiritual de resilencia para ir dejando de lado las armas de la muerte y la droga, como forma de tomar coraje ante la violencia. Pero lo más importante, es que han visto cómo transformar sus habilidades para beneficiar su crecimiento espiritual, académico y económico.
LEORMANDI CÓRDOBA | @MadeIn_Choco
Guionista y director de la película ‘Ejércitos sin esperanza’
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El municipio chocoano despidió el 18 de noviembre pasado a las víctimas de la masacre de 2002. Hoy sus habitantes quieren sanar sus heridas y conviven con algunos excombatientes de las Farc bajo unas reglas claras.