Un joven fotógrafo antioqueño se propuso capturar cómo la luna se esconde para darle paso al sol entre las montañas del oriente de Medellín. El resultado es simplemente hermoso..
| Una antología de imágenes del amanecer desde las laderas de uno de los cerros tutelares de la capital de Antioquia | Por: Juan José Escobar
La luz es un pincel extraño que no deja de sorprender a cada movimiento y estocada de brillo. Me lanzo sobre la última fuerza de la noche, custodiado por estrellas sonrientes que comienzan a bostezar y una luna que se inclina agotada. El calor del cuerpo repele el frío y llevo el trípode calado en la espalda, la cámara recostada en el cuello y un juego de lentes dentro de una mochila, estos últimos son como arpones listos para cazar el amanecer.
Pocas estrellas palpitan en la oscuridad sinuosa del final de la noche. Silenciosas, agotadas, moribundas, se persiguen a través del paso del bosque. Algunos segundos antes de desplomarse frente al violento nacimiento del sol, se detienen a esperar la última mirada. Titilan como ojos a punto de caer en un sueño profundo y, en ese batir, lanzan un viento helado sobre las tierras inclinadas de Santa Elena.
El amanecer es una bestia de luz que bosteza para tragarse a la oscuridad. Ansioso,
se derrama entre los bordes de las colinas y cerros, obliga a los almohadones de niebla
a sucumbir entre los pequeños valles del altiplano. Mi mirada se concentra en domar a esa fiera. La sensación de la noche ya es un recuerdo lejano. Presentarle la cámara al amanecer es la mejor manera de jugar ante su imponente palabra de luz.
Desde las laderas de uno de los cerros tutelares del corregimiento de Santa Elena, en las afueras de Medellín, el cerro la Yegua se desliza hacia el altiplano del Oriente antioqueño. Como una enorme atalaya en las montañas, observa el lienzo sobre los valles de la Mosca y San Nicolás, que se preparan para ser domados por la luz de la mañana. La última línea del horizonte es el falso abismo de la codillera Central que se asoma hacia el cañón del río Magdalena. Desde el sur, se ve la cima del volcán Nevado del Ruíz, el cráter de la Olleta y tres picos del volcán Nevado Santa Isabel, además, la robusta figura del Parque Nacional Natural los Nevados.
Las aves forman un coro que es la voz del amanecer, entienden de la luz y se han acostumbrado al olvido de las estrellas. Entonan la canción del nuevo día y escriben con su eco sobre las rocas.
Cazar amaneceres es una aventura rápida y fatal, uno mismo se desvanece a medida que el tranquilo rojo se convierte en un definitivo amarillo, cada vez más fuerte, cada vez más alto. La magia cruza abruptamente entre los ojos y el lente, pero, generosa, se deja atrapar.
ZOOM EN LA VOZ DEL FOTÓGRAFO
Por: JUAN JOSÉ ESCOBAR
Soy Comunicador en Lenguajes Audiovisuales con gran amor por la literatura, fotógrafo y escritor. Me veo a mí mismo retratando comunidades campesinas y el paisaje que las rodean. He publicado textos literarios en la revista virtual ViceVersa de Nueva York y crónicas fotográficas en las revistas Esfera Viva de Medellín y Camera Lucida de España.
Juanjo, hermosas fotografías y palabras ... Eres simplemente maravilloso, un hombre increíble... una abrazo !!
Me encanta, los perfiles de las montañas son increíbles. Que buen trabajo!, habrá que ir a Sta Elena a cazar un amanecer. Felicitaciones Juan!
Rafael Cano habla con Semana Rural sobre su estrellato en redes sociales, la importancia de los campesinos y lo que tiene que ocurrir en Colombia para mejorar las condiciones del campo.