En décadas pasadas, el oriente antioqueño sufrió con el paso del conflicto armado y el municipio de Nariño no estuvo exento de ello. Su ubicación geográfica y las riquezas hídricas y boscosas hacen de este territorio un lugar propicio para las pugnas. Estos hechos han dejado secuelas en los pobladores del corregimiento de Puerto Venus, que congrega en la actualidad a alrededor de 2.200 habitantes de 12 veredas.
Perdieron familiares, bienes y cosechas con los enfrentamientos, que cuando alcanzaron su punto más alto, generaron el desplazamiento de más de mil personas (65 por ciento), 120 homicidios y alrededor de 40 personas desaparecidas en el año 1995. Con los cultivos ilícitos también se incrementó la violencia, la drogadicción, la prostitución y el desplazamiento, por eso las comunidades no quieren volver a vivir estas dolorosas experiencias.
En el 2014 la comunidad de Puerto Venus fue incluida por la Unidad para las Víctimas como sujeto de reparación colectiva, por lo que diseñamos un plan de reparación que tuvo en cuenta el proceso que la comunidad ya había emprendido antes de que llegara esta oferta del Estado, en compañía de distintas agencias de la ONU, la estrategia Entrelazando y la Secretaría de Gobierno Departamental, entre otros.
Como vocero de este proceso estoy convencido de que el diagnóstico de nuestro corregimiento es uno de los más completos del país. Buscamos desarrollar un plan no solo reparador, sino que genere transformaciones territoriales que lleven a la comunidad a gozar de sus derechos y, por consiguiente, a la construcción de paz territorial. Por eso le pedimos al Estado que no nos deje solos.
Consideramos que en los ámbitos social y comunitario es necesario concretar un modelo productivo que respete la autonomía de las memorias históricas y las identidades culturales locales, que busque trascender la lógica mercantil, colocar en el centro las potencialidades de las personas y de las comunidades, y respetar el medioambiente. Aquí, las instituciones deben considerar a las comunidades y a sus entornos como sujetos de derechos.
Un ambiente apto para el diálogo, lazos de confianza y respeto son condiciones necesarias para un posconflicto y para impulsar los procesos transformadores, pues para lograr una paz sostenible y duradera, deben suceder las transformaciones, si no, seguirá siendo una frase de cajón.
JOSÉ NOÉ RONDÓN |
Presidente de la Junta de Acción Comunal Puerto Venus, Nariño (Antioquia)
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