El 70% del suelo de la capital de Antioquia es rural, pero sus campesinos se sienten olvidados. Hoy trabajan para crear un distrito rural campesino que mejore su calidad de vida y proteja sus derechos..
| | Por: Elizabeth Otálvaro
Los días de Ismen Pérez Muñoz inician a las 6 de la mañana. Después de desayunar y tomarse el primer tinto del día, afila el machete y alista otras herramientas que necesita para trabajar en el pedazo de tierra que heredó de su abuelo en la vereda Vulcana del corregimiento San Sebastián de Palmitas, en Medellín.
Ismen dice que él es un campesino de tradición, pues sus ancestros se dedicaban a cultivar la tierra. Recuerda a su abuelo José Ángel Muñoz como la persona que le transmitió los conocimientos y el amor por el campo. “Él me decía que la tierra no hace rico a nadie, pero tampoco empobrece. Yo creo que es por esas palabras que tengo sentido de pertenencia por el territorio”.
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Ismen, sin embargo, considera que los últimos años no han sido los más alentadores para campesinos que, como él, viven en Medellín. Decenas de familias se han ido de San Sebastián de Palmitas debido a la construcción de la carretera que conecta a Medellín con el occidente de Antioquia y la región de Urabá.“En su momento, por reclamar nuestra pertenencia en el campo, nos señalaron como un obstáculo para el desarrollo”, afirma.
La antropóloga Luz Dary Muñoz explica que a raíz de la construcción de la Conexión Vial Aburrá-río Cauca y el Túnel de Occidente la frontera que separaba a Medellín de este corregimiento se hizo más tenue. Esto reconfiguró el territorio y generó la migración de muchos campesinos a los centros urbanos. “Ha disminuido el cultivo de algunos productos, también están desapareciendo paulatinamente sitios tradicionales como moliendas y viviendas antiguas”, afirma Muñoz. "Pero a la vez han surgido nuevas prácticas laborales y construcciones modernas en materiales y diseños novedosos", reconoce.
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Ismen cuenta que de sus diez hermanos, solo dos se dedican a cultivar alimentos. Según él, esto se explica por la falta de apoyo institucional a los campesinos, por la carencia de recursos y por las ofertas de trabajo en otros sectores económicos. “A los otros les tocó trabajar de celadores, en el área de la construcción y mis hermanas ya se dedican a sus familias”, comenta.
Este hombre de 40 años siente que en Medellín no hay un reconocimiento de las 50 mil personas, que según la organización Penca de Sábila, habitan las zonas rurales del municipio.
“Se ha creado la imagen de que el campesino es el pasado. Se habla de nosotros como historia, pero no reconocen que todavía somos un actor importante en la sociedad”
- Ismen Pérez Muñoz
Por eso, el sábado 28 de abril Ismen hizo una pausa en sus labores para sumarse a la Séptima Asamblea Campesina del Valle de Aburrá y unirse a la movilización 'El campo se toma la ciudad', en Medellín. La marcha, convocada por diferentes organizaciones campesinas, pretendía exigir el reconocimiento y la protección de la vida y la economía campesina.
UN DISTRITO PARA LOS CAMPESINOS
En 2014, organizaciones campesinas lideradas por Penca de Sábila propusieron a la administración municipal la creación de Unidades de Planeación Rural Campesinas para desarrollar el Área de Producción Agrícola, una figura que permitía potenciar la vida, las tradiciones y la economía de los campesinos que habitan en las más de 27 mil hectáreas de suelo rural que corresponden al 70% de Medellín.
En octubre de ese mismo año, la administración municipal incluyó dentro del Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín la figura de Distrito Rural Campesino, gracias a sus propuestas. El Plan contempla cinco etapas: diagnóstico, formulación, socialización y concertación, aprobación y seguimiento.
La Escuela Urbano-Regional de la Universidad Nacional finalizó recientemente la etapa de diagnóstico participativo del Distrito Rural Campesino, y por eso el tema llegó a la Asamblea Campesina del Valle de Aburrá. Sin embargo, Susana Correa Alzate, ingeniera ambiental de Penca de Sábila, advierte que en el diagnóstico“no hubo una participación efectiva de los campesinos que habitan en los corregimientos". La ingeniera afirma que esperan evitar que ocurra lo mismo en las demás etapas de desarrollo del Distrito.
Yuliana Bustamante, líder comunitaria de la vereda El Platanito del municipio de Barbosa e integrante de la mesa ambiental del Valle de Aburrá, también espera que la administración tenga en cuenta a las comunidades rurales en las siguientes etapas. “Nosotros hemos hecho una resistencia consciente durante décadas, por eso esperamos que el Distrito refleje nuestras luchas. Lo que pedimos como base es que se respete nuestra permanencia en los territorios, nuestra economía y la vida campesina”, dice.
Para Correa Alzate, uno de los mayores retos de la construcción del Distrito Rural Campesino es lograr la verdadera protección de los derechos y el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades campesinas. Pero, asegura que también debe servir para la gestión del territorio.
“Esperamos que esta figura aporte al diálogo entre las autoridades ambientales y la administración municipal sobre el uso del suelo, visibilice al campesino como un actor importante en la conservación de zonas protegidas y ayude a formalizar los títulos de propiedad de la tierra”.
- Susana Correa Alzate
La funcionaria también señala la importancia de que la titulación sea compartida con las mujeres, para que las tierras no queden solo a nombre de los hombres.
Por su parte, Ismen Pérez Muñoz espera que el Distrito sirva para evitar que más vecinos suyos y habitantes de otras veredas abandonen sus fincas para permitir la construcción de vías. Dice que para sacarlo adelante es necesario que los campesinos estén unidos. Por eso, tras las discusiones en la Séptima Asamblea de Campesinos del Valle de Aburrá, Ismen, con cartel en mano y al ritmo de una chirimía, alzó su voz para recordarles a los habitantes de Medellín que en la ciudad también viven campesinos.
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