El guapireño José Antonio Torres Solís fue galardonado hace cinco años con el premio Vida y Obra del Ministerio de Cultura. Además, lo escogieron tres veces como el mejor intérprete de la marimba en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez. Perfil de una leyenda de los sonidos tradicionales.
| En agosto, el Festival Petronio Álvarez le rendirá un homenaje a su memoria y legado. | Por: Aymer Andrés Alvarez Jr.
Gualajo es un pescadito alargado, rapidísimo, muy hábil y que evade de forma ágil las carnadas que le ponen los campesinos guapireños. Es un pez tranquilo, noble, que cuando lo buscan otros peces para molestarlo, simplemente se aleja. Así fue llamado en sus primeros años, por allá en la década de los cincuenta, José Antonio Torres Solís, uno de los grandes cultores de la música del Pacífico quien falleció el pasado miércoles 17 de mayo a los 78 años, en Cali.
Con una habilidad natural para tocar la marimba, Gualajo recorrió una y otra vez los esteros del inmenso Pacífico: desde Cauca hasta Chocó, mostrando la habilidad que Dios le había dado, como le gustaba recordar. Al igual que el Gualajo, José Antonio era tranquilo, noble y humilde con su ancestral conocimiento.
Gualapo nació el 31 de diciembre de 1939 en Guapi, en el litoral pacífico del Cauca. / Foto: Aymer Andrés Alvarez Jr.
Fue allá, en su Guapi del alma, en el Pacífico caucano, donde el pequeño Gualajo aprendió a tocar las primeras notas de la marimba, el ‘Piano de la selva’. No podía ser de otra manera. Cuando nació, la partera tuvo que acomodar al bebé encima de una marimba para cortarle el cordón umbilical porque en la casa no cabía un instrumento más de los que fabricaba su padre. Don Leonte, su abuelo, fue quien comenzó esta saga de músicos que desplegó su talento por los campos y las riberas de los ríos. Justo allí, en medio de los lamentos, los bogas y el currulao, que el nombre de José Antonio Torres dejó de existir para darle paso simplemente a Gualajo, el maestro, el cultor, el hombre que le daba vida al instrumento más representativo de la música de esta región.
La destreza de Gualajo, de sonrisa fácil, manos firmes y sencillo como los negros campesinos de su tierra, fue premiada tres veces en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, que se organiza en Cali desde hace más de 20 años. Allí, donde se congregan miles de personas de todos los rincones de esta región, el ‘viejo Gualajo’ movió de manera ágil las manos gruesas y fuertes como tronco de guayacán, encorvó su espalda y sudó a chorros para sacar la mejor acústica a la madera de chonta. En el 2009, el festival le rindió un homenaje y lo premió como gran exponente de la música del Pacífico.
Fueron tantos los aplausos, el delirio del público y la emoción de los jurados que tres veces fue consagrado como el mejor intérprete de la marimba. Luz Adriana Betancourt, secretaria de Cultura de Cali, recuerda que fue necesario declarar fuera de concurso al maestro guapireño porque no tenía rival en tarima. “Era demasiado bueno”.
José Antonio y su marimba en un evento en Cali. / Foto: Aymer Andrés Alvarez Jr.
Muchos de sus más cercanos amigos aún recuerdan su felicidad cuando hace cinco años el Ministerio de Cultura le otorgó el premio Vida y Obra, que reconoce a los más grandes artistas del país. Eso fue en 2013 y el ‘viejo Gualajo’ quedaba, entonces, inmortalizado en la historia cultural del país. El día que recibió el premio lo hizo en nombre de su padre, pero también de su abuelo, Leonte, el hombre que le enseñó a qué horas había que salir en la madrugada para cortar la madera que se transformaría en marimba. El mismo que le mostró la diferencia entre el sonido del cununo y el guasá. El mismo que le enseñó a enamorar a través de los sonidos de la selva. Ese abuelo que le explicó por qué es mejor la madera rústica que la fina para sacarle los más dulces sonidos a la marimba.
Lucy Lorena Libreros, periodista del Ministerio de Cultura, recuerda la vez que lo encontró tocando el instrumento que más parecía una extensión de su cuerpo que el eje principal de la música del Pacífico. Después de un rato de verlo interpretar la marimba, el ‘viejo Gualajo’ se silenció, alzó su vista y le confesó serenamente:
“Lo que yo hago es música auténtica, música de la tierra. Las nuevas generaciones aún no entienden que el folclor pacífico tiene su camisa, su vestuario, su chaqueta de palo y no se puede cambiar. Ignoran que con la misma palma con la que se fabrica la marimba se construyen los ranchos de la selva. Ignoran que la marimba no se puede fabricar con madera fina, tiene que ser rústica para que suene sabroso”.
La periodista caleña, que en varias oportunidades ha remontado los caudalosos ríos para perseguir las huellas del sonido ancestral africano, dice que Gualajo era como un viejo sabio de la tribu. “No solo conocía los orígenes y las tradiciones del Pacífico, por qué los instrumentos suenan de una manera en el sur y de otra en el norte, o en qué tiempo se debía cortar la chonta o las maderas para un bombo macho; sino que también conocía y transmitía la oralidad del Pacífico, sus cuentos tradicionales y los cantos fúnebres”. Para la comunicadora, lo que el talentoso ‘lutier’ escondía era una sabiduría sin pretensiones, que legaba en nuevos músicos su conocimiento, como lo hizo con varios de sus alumnos.
Luz Adriana Betancur, de la Secretaría de Cultura de Cali, lo define en una frase que le sale del alma:
“Gualajo es el mejor intérprete de marimba que ha pasado en la historia del festival y ha sido un referente para todos los músicos de la región”.
Foto: Aymer Andrés Alvarez Jr.
HEREDEROS DE UNA TRADICIÓN
Justamente uno de sus más queridos herederos es Hugo Candelario González, el director del Grupo Bahía y ganador también del Festival Petronio Álvarez, en 1997. Los sonidos de Hugo Candelario, guapireño como su mentor, han llegado a escenarios españoles, alemanes, franceses. El ‘Piano de la selva’ ha viajado de su mano hasta Europa. Allí está siempre el recuerdo de Gualajo, quien enseñó los secretos de la marimba. Pero eso no es lo único que Hugo Candelario le debe al ‘viejo Gualajo’.
La historia cuenta que en una noche de aquellos pavorosos incendios que azotaron al antiguo Guapi de los años sesenta, que se extendían con rapidez por los ranchos de madera, la madre de Hugo Candelario quedó atrapada en medio del fuego. La inmensa barriga dificultaba sus movimientos y fue Gualajo quien la ayudó a salir y transportarla por río para que Hugo Candelario naciera. Su padre, otro gran músico llamado Esteban González, le dijo a Gualajo: “Nació varón y vos le vas a enseñar a tocar marimba”. Y así fue.
Hugo Candelario no se cansa de reconocer las virtudes de su maestro y dice que nadie volverá a tocar ‘el Piano de la selva’ como lo hizo ese señor que también se llamó José Antonio Solís.
Gualajo enseñando a tocar la marimba a otros músicos del Pacífico. / Foto: Aymer Andrés Alvarez Jr.
Hacía más de 20 años que Gualajo se había venido para Cali. Desde esta ciudad iba y venía a su Pacífico del alma para estar cerca del arrullo del río, del mar, del tatabro, del sonido del viento. Su hijo Hayer Torres, quien también se dedicó a la música, recuerda que en Cali su padre fue feliz, aunque pasó momentos duros porque a veces escaseaba el dinero. Desde hace un año su padre sufría de un mal de nombre raro, anemia mielodisplásica, la cual fue disminuyendo su fuerza y derivó en su fallecimiento.
En Cali, recuerdan en la Secretaría de Cultura de la ciudad, fue arropado en sus últimos años y comenzó a hacer algo que disfrutaba de manera especial: la formación de niños. Él se encargaba de dictar talleres y explicarles a los más chicos qué era una marimba y por qué sonaba así. “Lo respetábamos como un maestro de maestros. En estos tres últimos años nos acompañó para que compartiera sus conocimientos. Con los 17 semilleros del Petronito, que son niños, trabajaba intensamente. Siempre quisimos conectar a esas generaciones iniciales con los grandes representantes de la música. La gente del Pacífico tiene una conexión especial, un valor, un espíritu y sin importarle de dónde vengan, al final siempre se unen todos”.
Foto: Aymer Andrés Alvarez Jr.
Germán Patiño, el recordado creador del Festival Petronio Álvarez que falleció hace tres años y que conoció como pocos la magia creativa del músico, dijo alguna vez que Gualajo representaba no solo a un artista con una gran capacidad de ejecución en la marimba, sino también al excelso portador de una tradición que aprovechó la oportunidad para salir de su pueblo en el Cauca, crear música y compartirla con las nuevas generaciones. Para Patiño, presenciar la ejecución de Gualajo al frente de la marimba era escuchar música del Pacífico en su estado más puro.“Como si estuvieras en las entrañas de la selva”.
En agosto volverán a Cali los vientos musicales del Petronio Álvarez. Los aires selváticos llenarán de sabor, alegría y calor a la capital del Pacífico colombiano. Pero cada vez que uno de los cientos de músicos que llegan desde Buenaventura, Quibdó, López de Micay o Guapi interprete una marimba, allí retumbará el corazón del ‘viejo Gualajo’. El hombre que tuvo que ser declarado fuera de concurso, el más grande exponente del ‘Piano de la selva’. El sabio de la tribu musical del Pacífico que nos dejó.
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