Nadie niega que es mejor ver a los guerrilleros de las Farc haciendo política que asesinando a colombianos, tal como lo hicieron durante décadas. Nadie niega la importancia histórica de la firma de la paz, el cese de las hostilidades y la desmovilización.
Sin embargo, lo que acaban de hacer las Farc, al bautizar su movimiento político con la misma sigla que ostentaron por más de 50 años, es una afrenta. Una torpeza. Y lo peor: una ofensa para las víctimas y los colombianos, incluidos los que respaldamos la salida negociada al conflicto armado.
La guerrilla de ‘Timochenko’ ha decidido que el partido con el que buscarán llegar a los cargos de elección popular se denomine Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc). En la Plaza de Bolívar, durante el lanzamiento de dicha colectividad, ‘Timochenko’ habló de “perdón y reconciliación”.
Pero debe saber el jefe de las Farc que, si realmente están convencidos de ello y buscan que la gente les crea, el lenguaje comunica. Y mucho más en el terreno de la política y cuando se está iniciando un complejo proceso de reinserción, tras años de atentados terroristas, secuestros, homicidios, extorsiones, narcotráfico, entre otras atrocidades.
El logotipo del nuevo partido, bautizado Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, incorpora una rosa que evoca los símbolos socialdemócratas. “Queríamos buscar un signo que fuera conocido que se encontrara por todas partes, y queremos que lo asocien con nosotros cuando vean una rosa, porque la rosa también tiene una visión positiva”, dijo Iván Márquez, jefe de la delegación de paz de las Farc. | Imagen: FARC
Para los colombianos, la sigla Farc traduce muerte. En el imaginario permanece como algo que jamás debió ocurrir. Nos recuerda de inmediato las masacres de Bojayá, Patascoy, El Billar, Miraflores, Mitú, La Gabarra, el asesinato de los 11 diputados del Valle, el atentado de El Nogal, y muchos trágicos hechos que enlutaron a miles de familias de civiles y policías y soldados.
Alias Iván Márquez, con notable cinismo, admitía recientemente que la sigla representa una “carga negativa”, pero que “ese pasado histórico no se va a desdibujar”. ¿Cómo así, señor Márquez? ¿Acaso no firmaron la paz para enterrar, precisamente, ese oscuro pasado? ¿Por qué no le abren campo a la esperanza, acudiendo a otro nombre, ahora que buscarán hacer política sin armas? ¿Sabe qué puede pensar una de las tantas víctimas que dejó las Farc, al ver esa nefasta sigla estampada en un tarjetón electoral? Reflexione.
Es bien sabido, por innumerables experiencias internacionales, que el éxito de un proceso de paz recae en fuertes dosis de verdad, justicia, reparación y no repetición. En ese sentido, resulta preocupante lo que ha ocurrido con las Farc durante las últimas semanas.
En primer lugar, entregaron un cuestionado listado de bienes con el que pretenden reparar a las víctimas, denunciado a tiempo por el fiscal Néstor Humberto Martínez, pues todo indica que escondieron fortunas dentro y fuera de Colombia, y a cambio incluyeron unos cuantos bienes, además de traperos, pocillos, sal de frutas, escobas y exprimidores de naranja. Una burla.
Y, en segundo lugar, oficializaron su ingreso a la política con la misma sigla que les sirvió para hacer la guerra en el campo y en las ciudades. En conclusión: en nada contribuye esa actitud desafiante de las Farc.
No ayuda al perdón ni a la reconciliación que tanto se necesitan en estos tiempos. La entrega total de los bienes para reparar a las víctimas y el fin de la sigla Farc son apenas algunas de las acciones que exige la sociedad colombiana. Ojalá Timochenko, Márquez y compañía lo entiendan.
YESID LANCHEROS | @YesidLancheros
Director informativo Canal Capital
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