Hecho a mano, la artesanía que no muere en Antioquia

June 21 de 2018

La tradición ceramista de El Carmen de Viboral, en el oriente de Antioquia, lucha por conservar su autenticidad frente a las grandes industrias y el auge de la impresión en tercera dimensión.

Hecho a mano, la artesanía que no muere en Antioquia

| | Por: Sebastián Aguirre Eastman


Por: Sebastián Aguirre
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Ni el maestro Fernando Botero se ha resistido al encanto de las cerámicas en El Carmen de Viboral. Es cliente asiduo del almacén de los hermanos Gladys y Óscar Bello en la avenida Los Libertadores, en la vía principal que da entrada a este municipio del Oriente antioqueño.

La primera vez que Botero visitó el local Artesanías El Dorado, en 2016, cogió por sorpresa a Gladys, una carmelita pequeña en estatura pero con una personalidad arrolladora. Llegó acompañado de su esposa, Sophia Vari, y afuera lo esperaban algunos guardaespaldas. Gladys lo atendió al igual que a cualquier cliente que acude al municipio atraído por sus famosas cerámicas.
 

- ¿A vos te parece bonita?, preguntó Gladys.

- Claro, respondió el maestro.


Antes de retirarse y luego de hacer su compra, la ceramista, sin pena alguna, le pidió una foto: “si no, nadie me cree que vos estuviste acá”. Hoy en día esa imagen decora una de las paredes del almacén. 

 

smiley | Gladys Bello y el maestro Fernado Botero


 HISTORIA PINTADA EN CERÁMICA 

A principios de siglo XX, El Carmen de Viboral se convirtió en el hogar de los mejores ceramistas del país. En la publicación El Carmen de Viboral: el jardín llevado a la loza, del Mincultura (2014), se explica que don Eliseo Pareja fue el primero de ellos que se instaló allí en 1898 y tras él fueron llegando otros más. Fue tanto el auge que en 1945 en el municipio se fundó la Escuela Nacional de Cerámica Jorge Eliécer Gaitán.

“Entre los años 30 y 50 toda Colombia tuvo que ver con El Carmen de Viboral, pues era uno de los pocos municipios que producían piezas de loza. Desde El Carmen salía loza a lomo de mula y en camiones con destino a todo el país y al exterior. Una buena parte de las vajillas y piezas sueltas se comercializaban en Medellín y desde allí se distribuían hacia el resto del país, mientras que otra parte, generalmente las segundas, era vendida de pueblo en pueblo por un grupo de pregoneros.”

- se lee en la publicación.


Gladys me recibe en el taller de Artesanías El Dorado, donde ella y su hermano Óscar han prendido el horno a base de carbón de piedra, una enorme estructura en el centro del taller del que brota un calor sofocante. Este es quizás el único de su tipo que aún funciona en El Carmen de Viboral.

Las piezas -hechas de una mezcla de barro y minerales como cuarzo, fesdelpato y carbonato de calcio- son moldeadas en forma de pocillos, platos o jarras, por ejemplo, y secadas al aire libre durante 20 minutos. Luego, deben pasar dos veces por el horno: la primera cuando las piezas están en bizcocho, o en estado rústico, y la segunda luego de haber sido pintadas y sumergidas en un esmalte de cuarzo. Esta es la última etapa de la cadena de producción de las artesanías.

El horno, por su parte, solo se prende una vez al mes durante 24 horas, procurando contaminar menos y, alcanza temperaturas de hasta 1.170 grados centígrados. La gran mayoría de talleres cerámicos ya operan con hornos a gas.


Cada una de las fases de este proceso tiene un nivel de detalle propio del trabajo manual. Cualquier error, por mínimo que sea, hace que la pieza quede defectuosa y pase a ser ofrecida como de segunda mano, con una variación en su precio final a favor del cliente.

Gladys saluda a Deicy, quien lleva apenas un mes trabajando en el taller pero ya explica todo el proceso como si tuviera varios años de experiencia. Deicy tiene en sus manos una jarra a la que consiente con una lija para que adquiera la forma esperada. Al terminar, me enseña una jarra anterior y las compara para demostrarme que, pese a que el proceso es el mismo, ambos productos son diferentes. Y en efecto lo son: una es más gruesa que la otra, pero ambas están perfectas.
 


Mientras Deicy pule y suaviza, tres jovencitas con pincel en mano decoran las piezas luego de pasar por el horno la primera vez. Para hacerlo tienen doce referencias que Gladys ha registrado ante la Dirección Nacional de Derechos de Autor para evitar que sean copiadas.

La destreza de las artesanas es innata. Ninguna estudió algo relacionado con la cerámica o la pintura, aunque en el pueblo hay institutos que enseñan esta técnica. Con delicadeza, cada una toma la cerámica y le da forma al diseño con los pigmentos. El tiempo que tardan depende de su habilidad para pintar.

Gladys y Óscar aprendieron a trabajar la cerámica desde niños. Su padre, Don Pedro Antonio, los dejaba pintar algunas piezas y quedarse con ellas. Al crecer, les permitió hacer ceniceros, y con el tiempo empezaron a tener más responsabilidades, como representar a la empresa en ferias como Expoartesanías, en Bogotá, a la cual asisten desde 1999. En una de esas participaciones, Gladys recibió la Medalla a la maestría artesanal, un reconocimiento a su labor como ceramista.

Hoy, El Dorado fabrica cerca de 5 mil piezas por mes, y tienen clientes de la talla del restaurante Andrés Carne de Res, en Bogotá, La Antigua y Órale, en Medellín, entre otros.


 CON SELLO DE CALIDAD  

Artesanáas El Dorado es un negocio heredado.  El taller fue fundado por Pedro Antonio Bello, el padre de Gladys y Óscar. Pedro era un boyacense que emigró a El Carmen de Viboral para estudiar cerámica, luego estudió un tiempo en Argentina y regresó al municipio antioqueño para montar su negocio de cerámicas en casa.
 




smiley | Gladys y Óscar Bello en su taller


Los hermanos Bello continuaron el legado de su padre y justo este año recibieron el sello de calidad Hecho a mano, un certificado que entrega Icontec y Artesanías de Colombia a los artesanos que demuestran buenas prácticas en el oficio. Artesanías El Dorado fue merecedor de esta distinción por la calidad de su trabajo y por conservar una tradición centenaria que se resiste al uso de grandes equipos técnicos.
 

En total fueron 375 artesanos de 15 municipios de Antioquia que la Secretaría de Productividad y Competitividad de la Gobernación acompañó en un proceso de mejoramiento de la calidad y la productividad artesanal, cuenta la directora de Desarrollo Sectorial y Proyectos Productivos de la entidad, Olga Lucía Londoño.

 


 TEXTO Y FOTOS:  Sebastián Aguirre



 





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