Nueve dirigentes sociales han sido asesinados este año en el departamento. Varios jóvenes que ejercen el liderazgo reflexionaron sobre su labor en medio de este panorama.
| Soraya, Saúl y Harold reflexionaron sobre qué implica ser líder social en medio de las amenazas que se viven en su región | Por: Óscar Neira
Los líderes juveniles de Caquetá trabajan en silencio por la promoción de una cultura de paz. Apenas empiezan a comprender lo que ocurre con los dirigentes sociales en Colombia y la ola de violencia contra ellos, que dejó 343 asesinatos entre 2016 y el 18 de julio de este año según la Defensoría del Pueblo.
En el germen de su formación como líderes y mientras participaban en el 'Campamento de jóvenes constructores de paz y memoria' -organizado por la Fundación Casa del Pensamiento con el apoyo de ACDI/VOCA, USAID, la Unión Europea y otras organizaciones- reflexionaron sobre su quehacer y la violencia que viene afectando a otros dirigentes sociales del país.
Saúl Ospitia Quintero fue uno de los asistentes a este encuentro. Tiene 16 años, estudia el bachillerato y le interesa la música. Es líder social en el barrio La Gloria de Florencia desde hace dos años. “Este proceso de liderazgo nos lleva a experimentar sensaciones de empoderamiento. Nos hace compartir, dialogar, socializar y concretar decisiones como grupo”, expresa.
A sus 16 años, Saúl Ospitia lidera iniciativas para contagiar a los jóvenes del arte y el teatro en Florencia. © ÓSCAR NEIRA.
Saúl fue secretario de la Junta de Acción Comunal de su barrio y hoy dirige procesos para que los jóvenes se apropien de La Gloria a través de formación en artes gráficas y escénicas. “Ahí se sembró el espíritu de aprendizaje. Vemos que las actividades culturales trascendieron en el comportamiento de los jóvenes del barrio. Cambiaron la forma de ver la vida”.
Pero a Saúl le preocupa la situación de violencia contra los líderes sociales y reflexiona sobre el futuro de quienes se vienen formando como dirigentes juveniles. “Veo a gente muy empoderada, transmiten alegría. Espero que no les suceda algo durante sus labores”.
Con temor al futuro
Soraya Guillén es del municipio San José del Fragua. Tiene 16 años, también estudia el bachillerato y es jugadora de fútbol sala. Ella considera que el liderazgo juvenil se trata de asumir las riendas de su propia vida. “Es importante que asumamos cada momento y reto. Que disfrutemos de nuestros emprendimientos. Son experiencias que en verdad suman”.
Para Soraya es clave que los jóvenes de su región no se callen si les surge una idea para mejorar las vidas de sus comunidades. “No hay que tener miedo a expresarse. Yo intento hacer propuestas, orientar, impulsar a los demás jóvenes. Así se logra que todos salgamos adelante”.
Esta joven, quien tiene experiencia en dirigir proyectos ambientales comunitarios en San José del Fragua, cree que el liderazgo se debe pensar como un proceso que “convierte a los jóvenes en gente con convicciones, iniciativa y capacidad de tomar decisiones”.
<<Nosotros apenas comenzamos en esto, ¿qué podemos esperar en el futuro? Solo queremos que nos dejen construir la paz>>.
SORAYA GUILLÉN, líder juvenil de San José del Fragua
Soraya Guillén es líder ambiental y social en zona rural de Caquetá. © ÓSCAR NEIRA.
Optimismo en medio de las adversidades
Harold David González, de 18 años, también vive en el barrio La Gloria de Florencia. Pronto tendrá que prestar el servicio militar, pero mientras eso ocurre invierte el tiempo en ser líder social. Así define su actual labor: “Es alguien que apoya, entiende y da ideas para que todos salgan adelante”.
A Harold le parece que la agresión física no es la única violencia que se emplea contra los dirigentes que defienden los intereses de campesinos, comunidades étnicas o poblaciones vulnerables. También son víctimas de la discriminación y la falta de oportunidades.
Harold González, de Florencia, participó en el 'Campamento de jóvenes constructores de paz y memoria'. © ÓSCAR NEIRA.
“Además de ser amenazados y asesinados, los líderes son ‘golpeados’ por la sociedad con el desempleo y el hambre. Yo llevo mi vida con muchos problemas, como los económicos, pero trato de no reflejar eso en la comunidad porque soy un líder y quiero proyectar optimismo y esperanza”, concluye Harold González.
Forman parte de Poderosas de Urabá, una propuesta educativa para enseñar sobre los derechos sexuales y reproductivos, y empoderar a las jóvenes de la región. Esta es su historia