Mary Luz López y Lina Palacios empezaron a contar sus historias con el conflicto armado y luego animaron a más mujeres de todo el país para que hicieran lo mismo. De esta experiencia salió un libro: 'El vuelo del Fénix'..
| La organización Ave Fenix reunió a 21 mujeres víctimas de la violencia de diversas partes del país en torno a la literatura. | Por: Archivo particular
“Aprendí a leer leyendo mi casa”, así recuerda Mary Luz López sus primeros contactos con las letras. Ella es una de las gestoras de la organización Mujeres Víctimas Ave Fénix, que acaba de publicar el libro ‘El vuelo del Fénix, de las cenizas al fuego de la palabra’.
“Cuando estábamos pequeñitos, vivíamos en una casita de madera donde entraba el frío. Mi mamá siempre la forraba en periódico para calentarla y era muy bonito porque las dos nos sentábamos a preparar el engrudo con la maizena y lo pegábamos por todas las paredes. Luego, de pura maldad, yo le abría huecos. Pero cuando aprendí a leer, dejé de hacerlo”, cuenta López.
“Me leía todas las noticias, me leía la casa entera", sigue rememorando. “Yo tenía mucha inquietud por los libros. Mi mamá hacía aseo en varias casas de Medellín y les pedía permiso a las patronas para llevarme y no dejarme sola. Yo iba con ella y aunque no sabía leer, me encantaba ver las bibliotecas y los libros. Pensaba que eso era cosa de los ricos y que no los podía tocar, los veía como algo lejano”.
| FOTO: Elizabeth Otálvaro.
Mary Luz López y Lina Palacios son las mujeres detrás del proyecto, una iniciativa promovida por el Centro Nacional de Memoria Histórica y apoyada por el Programa de Alianzas para la Reconciliación (PAR) de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y ACDI/VOCA. Las dos son víctimas del conflicto y encontraron en la escritura un poder sanador y una posibilidad de vida.
Empoderadas con el verbo y la palabra, ellas lograron reunir a 21 mujeres de diversas partes del país para que se sirvieran de la prosa, el cuento y la poesía como forma de liberarse de los dolores que les dejaron más de cincuenta años de violencia.
“La organización Ave Fénix nació un día en el que un grupo de ocho mujeres decidimos aprender a escribir para aliviar el dolor, para nombrar el sinsabor que nos dejó la ausencia de nuestros seres, para plasmar las marcas de nuestro cuerpo y nuestra alma”.
Palabras de Lina Palacios en la introducción del libro.
| FOTO: Oriana Laverde.
Escribir se convirtió para ellas en una medicina para el alma, pero también en un espacio para el diálogo, para encontrar historias similares, para tender lazos de solidaridad en el dolor y en la alegría.
“Estas experiencias y enseñanzas nos llevaron a comprender que no estábamos solas. Que –como nosotras– había otras mujeres más que podrían encontrar en las letras la oportunidad de sanar, de resurgir y hacer memoria”.
Lina Palacios.
Ni López ni Henao veían en la escritura una opción de vida. Simplemente encontraron en las palabras un camino para cerrar las heridas que les dejó la violencia. López recuerda: “Yo tenía mucho dolor por la desaparición de mi marido y comencé a somatizarlo. Fui a ver a la sicóloga de la Unidad para las Víctimas y ella me dijo que escribiera. En ese momento no pensé en si sabía escribir, solo dije: “Me voy a sacar este dolor”. Puse todo mi corazón en ese texto, me desfogué y lloré mucho. La historia se llama ‘Búsqueda’ y es acerca de la desaparición forzada. El texto lo comencé a mostrar y con el tiempo lo han utilizado para la entrega de restos óseos, para hablarles a los estudiantes y para la conmemoración del Día del Desaparecido”.
| FOTO: Elizabeth Otálvaro.
A Palacios le sucedió algo similar con su historia ‘El cáncer del alma’, sobre la violencia sexual. Al ver el potencial que tenían sus relatos, las dos decidieron compartir ‘su medicina para el alma’. “Voy a hacer talleres de escritura —recuerda haberse dicho López—. Entonces, comenzaron a llegar mujeres que habían sido víctimas de diferentes hechos de violencia y de actores armados. Así salió el primer libro que publicamos: se llama ‘El refugio del Fénix’. A medida que avanzaba el tiempo pensamos que no nos podíamos quedar con la escritura solo para elaborar duelos y decidimos replicar la experiencia. Le pasamos el proyecto al Centro Nacional de Memoria Histórica y nos lo aprobaron. La propuesta constaba de hacer unos talleres de formación y también de acompañamiento sicosocial para mujeres víctimas de la violencia".
“En este proceso hemos encontrado muchas historias, buenas y malas. Cuando uno escribe, recuerda cosas que ha olvidado. Y a todas nos pasó ”.
Lina Palacios.
| Los talleres que dictan López y Palacios con distintos grupos de mujeres víctimas. / FOTOS: archivo particular.
Los talleres donde nacen estos relatos son espacios donde el respeto y la confianza tienen un lugar preponderante. “Los escritos son el producto de horas de encuentro, confianza y memoria. Son el resultado de un largo tiempo de reflexión y de trabajo individual y colectivo, que nos permitió plasmar en los diferentes ritmos y tonalidades que brindan las palabras todo lo que un día vivimos o vivieron nuestros cuerpos y corazones con el paso de la guerra, y las razones por las cuales luchamos y seguimos vivas”, agrega Palacios.
Para estas dos mujeres, que hoy son grandes amigas, la palabra se ha convertido en algo más que una herramienta sanadora. Ahora, quieren usar sus historias y sus textos para incidir en otros escenarios.
“Mi escritura ya no es solamente para sacar el dolor, sino para protestar, para hacer política pública y no la de los políticos. Es para los derechos de las mujeres, para que no callen… Esa es mi manera bonita de aportarle a la paz”.
Mary Luz López.
| FOTO: archivo particular.
Por su parte, Palacios señala: “Cuando vi que a otros les gustaban mis relatos y me gané dos concursos de escritura, supe que no quería quedarme solamente en ese relato de dolor. Quiero trascender y dedicarme a escribir, recorrer el país contando mis historias”.
POR: Andrés Zambrano
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