"Vastas zonas periféricas se encuentran excluidas y marginadas de sus servicios básicos, posibilitando la aparición y consolidación de poderes paralelos"..
| Lo que ya es una realidad en muchos territorios, es que las comunidades rurales afectadas directamente por la confrontación armada, han podido quitarse el estigma de habitar zonas rojas. | Por: Semana
Una explicación a dicha situación se encuentra al revisar el proceso de desarrollo demográfico del país durante el período colonial y los inicios del siglo XIX. Durante este tiempo, el poblamiento de Colombia se hizo desde el centro (Zona Andina) hacia las periferias, esto, porque en dicha zona se ubicaba el grueso de su población indígena, lo que significaba abundante mano de obra para la explotación de los nuevos territorios y zonas agrícolas.
En estas nuevas zonas de frontera agrícola se establecieron encomiendas y resguardos, que fueron generando estructuras bimodales de tenencia de la tierra: latifundios y minifundios. En estos últimos trabajaban las familias campesinas en pleno, presentando un relativo excedente de mano de obra con respecto a otros factores de producción. Lo contrario ocurre en los latifundios, que requieren poca mano de obra, porque su uso de la tierra es extensivo.
La inexistencia de una reforma agraria y la proliferación de tierras baldías, hicieron que la colonización se convirtiera en una forma de liberar presiones demográficas y dilatar reformas sociales en el centro del país. Por lo general, los procesos de colonización campesina ocurridos en Colombia han sido espontáneos, sin mediación estatal. Precisamente, un rasgo característico de estas zonas de ‘fronteras internas’ es la ausencia estatal.
En este sentido, diferentes autores coinciden en que el Estado colombiano históricamente ha mantenido una ‘presencia’ diferenciada en el territorio nacional. Entendiendo, ‘presencia estatal’ como el cumplimiento permanente de las obligaciones primarias del Estado, tales como: impartir justicia, brindar seguridad y garantizar la prestación y acceso a servicios públicos básicos a todos sus ciudadanos. Es decir, la presencia del Estado no solo debe limitarse a la instalación física de sus instituciones, sino que, además, estas instituciones deben prestar las funciones para las cuales fueron concebidas.
En otras palabras, la continuidad del Estado colombiano ha sido fragmentada, ya que mientras ha logrado integrar a sus dinámicas políticas, jurídicas, económicas y sociales a los centros urbanos, vastas zonas periféricas del mismo se encuentran excluidas y marginadas de sus servicios básicos, posibilitando la aparición y consolidación de poderes paralelos que, basados en la fuerza y el uso de la violencia, establecen órdenes sociales y económicos básicos, que permiten la convivencia.
De ahí la importancia de acompañar social y políticamente el proceso de implementación de los acuerdos de Paz alcanzados con las FARC, ya que los mismos abren la posibilidad de iniciar el proceso de construcción de Estado en las zonas donde operó la insurgencia. En este sentido, gran parte de este esfuerzo descansa en la Agencia de Renovación del Territorio, entidad encargada de llevar Estado a estas regiones y promover la planificación comunitaria desde núcleos veredales, a través de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), que por primera vez incluyen a estas marginadas comunidades en la planeación de su territorio por medio de la priorización de necesidades y el acompañamiento en la formulación y ejecución de proyectos de Pequeña Infraestructura Comunitaria.
Si bien estas iniciativas no resuelven todos los problemas de estas regiones, innegablemente son un importante avance en la inclusión de las mismas en el proyecto de Nación.
Pero lo que ya es una realidad en muchos territorios, es que las comunidades rurales afectadas directamente por la confrontación armada, han podido quitarse el estigma de habitar zonas rojas, han podido salir del aislamiento de la guerra, no pagan extorsión y no viven con miedo, mejorando sustancialmente su calidad de vida.
Se reunieron el 9 de marzo en el primer encuentro de escucha. Los participantes convinieron en que cumplir el primer punto del Acuerdo de Paz es definitivo para un proceso de reincorporación exitoso.