El posible acogimiento de las llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia a la justicia tiene en vilo al país, en especial a las áreas donde es más fuerte su presencia..
| La Operación Agamenón 1 y 2 le ha costado al Clan del Golfo más de 1500 capturas y la pérdida de alias 'Pablito' y alias 'Gavilán' | Por: Daniel Reina Romero / REVISTA SEMANA
Aunque las leyes colombianas solo contemplan el sometimiento individual, el presidente Juan Manuel Santos radicó en el Congreso un proyecto de ley que permitiría el sometimiento colectivo.
La fuerza armada del Clan del Golfo, como también se le conoce, se concentra en regiones de Antioquia y Córdoba como Urabá, Bajo Cauca y el alto Sinú; mientras, en el resto de municipios su presencia actúa bajo la figura similar de ‘franquicias’, que se apoyan en bandas criminales locales.
Este grupo ha sido objetivo de uno de los esfuerzos militares e institucionales más grandes en los últimos años: la Operación Agamenón 1 y 2, que les ha costado más de 1.500 capturas, la pérdida de alias ‘Pablito’ y alias ‘Gavilán’ y otros jefes abatidos en diferentes operaciones militares.
Darío Antonio Úsuga, alias Otoniel, identificado como el máximo jefe del Clan del Golfo.
Acogerse: entre negociar y entregarse
En 2011, cuando aún eran conocidos como ‘Los Urabeños’, el ahora llamado Clan del Golfo intentó los primeros acercamientos con el Gobierno. Estos se dieron por medio de Piedad Córdoba e Iván Cepeda y no prosperaron por cuenta de la fuerte ofensiva policial; algo similar a lo que ocurriría en 2015.
Frente a la iniciativa actual, Ariel Ávila, investigador de la Fundación Paz y Reconciliación, afirma que, aunque “ellos tienen aspiraciones a que los reconozcan como actor político” y que por eso Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel se presenta a la opinión pública uniformado, con brazalete y con un discurso político, “el Estado claramente no lo reconoce”.
El diálogo se reactivó en mayo de 2016, luego de que el Clan hizo expresa, en reiteradas ocasiones, su intención de sumarse al posconflicto. La incertidumbre luego de la victoria del No en el plebiscito dilató el diálogo hasta la llegada de Óscar Naranjo a la Vicepresidencia, quien retomó las conversaciones bajo su dirección. En septiembre de 2017, ‘Otoniel’ apareció en un video expresando nuevamente su intención pública de someterse.
Ávila asegura que ‘Otoniel’ se ha mostrado más flexible a una salida que no pase por una negociación política. “Hay una gente que está cansada de la guerra. La presión del Estado, el miedo a la extradición, las guerras internas que no los dejan sobrevivir. Una apertura del Gobierno permite pensar en un sometimiento”, asegura.
La génesis
De acuerdo con Juan Diego Restrepo, “los ‘gaitanistas’ surgieron en 2006, apenas se acabó la desmovilización de las AUC”. Sin embargo, estos hermanos Úsuga habían pertenecido a otros grupos al margen de la ley.
Alias Otoniel, líder máximo de esta estructura, junto a alias Geovanny y el abatido Gavilán, hicieron parte de diversos grupos armados desde la década de 1980. Cuando llegó la desmovilización del EPL en 1991, ya eran mandos medios de esta organización. Ellos y otros compañeros no lograron incrustarse en las nuevas dinámicas civiles.
Con el apoyo de Francisco Caraballo, líder de la disidencia del EPL, conformaron un ala disidente en Urabá que contó a su vez con el respaldo del Quinto Frente de las Farc, quienes buscaban aliados contra la incursión paramilitar de entonces.
Mapa de influencia del Clan del Golfo
Fracasaron en su intento por retomar el control que tenía el EPL, pues ya no contaban con el apoyo social. Las prácticas violentas que adelantaron contra la población provocaron enfrentamientos contra otros exmiembros del EPL que se habían armado para defenderse: los Comandos Populares.
Después de asesinar a un campesino defendido por las Farc, esta guerrilla los obligó a huir. Al llegar al municipio de Vigía del Fuerte decidieron vengarse. En ese momento acudieron a su antiguo enemigo, el líder paramilitar Carlos Castaño.
Carlos Castano, 20 de febrero del 2001 FOTO: / AFP PHOTO/STR
En 1996, él intervino para que esa pequeña guerrilla se desmovilizara en una finca de su propiedad, en presencia, incluso, del entonces ministro del Interior, Horacio Serpa. “Después de ese proceso, Carlos Castaño los empieza a vincular a tareas. Los tenía como empleados para operaciones especiales, empezaron a ser una especie de comodines de la casa Castaño”, cuenta Agudelo.
Durante la desmovilización de las Autodefensas con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, ninguno de los exmiembros de la disidencia del EPL tenía un rol relevante en las AUC; además carecían de antecedentes ante la justicia y sus pasados judiciales estaban limpios desde 1996; fue así como quedaron por fuera de la desmovilización.
*Con la colaboración de Iván Álvarez, estudiante de Periodismo de la Universidad de Antioquia.
CIFRAS:
Entre 3.000 y 3.500 hombres tiene el Clan del Golfo en sus filas.
Hace presencia en 148 municipios. Sus ingresos los obtienen principalmente del narcotráfico, la extorsión y la minería ilegal.
SEMANA RURAL habló con el Obispo Hugo Alberto Torres Marín, de la Diócesis de Apartadó, acerca del Clan del Golfo, su posibilidad de sometimiento y la relación con las comunidades de Urabá.
Por Gladys Seña
La Iglesia juega un papel importante en esta región con las comunidades. ¿Cómo cree que influye actualmente el Clan del Golfo en la dinámica social y regional del Urabá?
Aquí hay un tema muy grave y es que no sabemos diferenciar a los miembros del Clan del Golfo de los de organizaciones que se conocen como Bacrim, entonces uno ahí no sabe cuándo actúan o quién es quién. Algunos campesinos, comerciantes y empresarios dicen que eso es lo mismo, como si hubiera una red que los cobijara a todos.
El influjo en la zona es muy negativo, porque tienen atemorizada a la población: siguen cobrando vacunas. Mucha gente está obligada a pagar más, desde los grandes finqueros hasta los comerciantes.
¿Cómo se perciben en la región?
Yo creo que la gente los rechaza; los soportan por la presión que ellos ejercen en el ambiente. Hay dos casos que son muy graves y que he verificado: el influjo que tienen en el norte del Chocó, donde las familias están hartas de estos grupos porque especialmente sienten temor por las niñas, por las hijas, que son en cierta forma forzadas a prestarles los servicios sexuales a los grandes jefes de estas organizaciones. Las de 14 y 15 años ya están casi que obligadas a ese servicio sexual e incluso negocian con las familias. Eso es muy grave.
¿Y el fenómeno en Urabá se presenta en menos medida o cómo ocurre?
Ese fenómeno se presenta tan fuerte en el sector de Unguía y Acandí, como en el sector de Arboletes y Necoclí; en esas zonas el fenómeno es más fuerte.
¿Por qué no se presenta tanto en el Eje Bananero? ¿Cuáles podrían ser esas razones?
Yo creo que ese sector del norte de Urabá ha sido de más dominio de ellos, en cambio en el Eje había más dominio de las FARC; entonces tienen toda la fuerza, tiempo y dominio en ese primer sector.
¿Cómo cree que es la fuerza, en estos momentos, del Clan del Golfo y su influencia social?
Yo creo que ellos están muy debilitados por los golpes que les están dando el Ejército, la Policía y la Armada. Es evidente que los están aporreando mucho, les han incautado muchas toneladas de droga; por eso algunos han vuelto a la extorsión. Aquí en el sector de Currulao-Río Grande, en estos días, llamaron a los administradores de fincas para obligarlos a que pagaran 70 centavos por cada caja de banano… y todo porque se ven acorralados. Lo más grave es que la gente sigue estando callada, es decir, no sabe uno hasta dónde hay denuncia real ante las autoridades. El mismo miedo los obliga a quedarse callados.
¿Cuál sería el papel de la Iglesia en este conflicto?
El papel de las iglesias, no solo de la Iglesia católica, sino de todas las iglesias, es acompañar a estas comunidades, ayudar a fortalecer las organizaciones, para que ellas sean capaces de contrarrestar a estos intrusos. Nos tocaría ayudar a verificar los hechos y, si es necesario, presentar la denuncia ante los entes del Estado; y si toca que eso sea visibilizado en espacios más allá de Urabá, creo que eso sería otra tarea nuestra. Porque si la gente no habla por miedo, pues alguien tiene que hacerlo. A nosotros nos toca ver cómo disuadir a esos actores para que de verdad entren en esta dinámica de la paz, de la reconciliación, del cambio de actitud.
En cuanto al video que circuló donde ‘Otoniel’ expresaba su voluntad de sometimiento ¿Cómo concibe esa decisión?
Pues cuando yo me di cuenta de eso estaba en el ‘reino’ del Clan: en el norte del Chocó. Dije que eso era lo más inteligente que han hecho, porque el país lo necesita. No hay cuerpo que resista tanto tiempo tanta violencia.
El Gobierno también tiene que desarrollar otras estrategias de seguimiento militar para ir desestructurando esos otros grupos que a veces no tienen nada que ver con estos, pero usan su nombre para hacerse creíbles. Eso es lo que pasa especialmente en estas ciudades intermedias con las banditas de muchachos dedicadas a la delincuencia.
La excombatiente de las Farc Alexa Rochi encontró en la fotografía la posibilidad de seguir trabajando contra las injusticias sociales que la llevaron a la guerra