El remedio propuesto vuelve a ser el mismo: más inversión social, sin dejar de lado la seguridad. La incertidumbre es ¿cómo acelerar procesos integrales que incluyan a miles de tumaqueños que quieren salir de la pobreza? El cacao es una alternativa..
| El 48,7 por ciento de los tumaqueños tiene sus necesidades básicas insatisfechas. | Por: Daniel Reina Romero - Revista Semana
Un verdadero plan integral, que incluya no solo el envío de policías y el Ejército, sino educación, carreteras y ayuda al campesino para cultivar sus productos legales, es lo que requiere Tumaco.
En eso coinciden diferentes líderes de la zona y analistas, quienes también lamentan que esta población del Pacífico nariñense solo sea el foco de la prensa cuando hay una masacre como la ocurrida el pasado 5 de octubre, en la que fueron asesinados seis campesinos, en hechos que aún son investigados por las autoridades, o por la muerte posterior de dos más.
Uno de ellos murió como consecuencia de las heridas sufridas en este hecho y el otro sufrió un atentado sicarial. Este último era José Jair Cortés, líder del Consejo Comunitario del Alto Mira y Frontera, quien paradójicamente había expresado temor por su vida.
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Foto: Daniel Reina Romero - Revista Semana
El diagnóstico
De acuerdo con un perfil productivo de Tumaco, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo —PNUD— en 2013, en este municipio el 48,7 por ciento de los tumaqueños tiene sus necesidades básicas insatisfechas. En esta población en la que viven más de 200.000 personas, el 16 por ciento se encuentra en la miseria y hay déficit de vivienda:
DÉFICIT CUANTITATIVO
12,3 %
DÉFICIT CUALITATIVO
76,4 %
(Cuantitativo: el índice que mide el número de viviendas que faltan para que cada familia tenga acceso a una vivienda propia)
(Cualitativo: el índice que mide la cantidad de viviendas que no cumplen con estándares mínimos de calidad y por ende no ofrecen una calidad de vida adecuada a sus moradores)
Monseñor Orlando Olave, obispo de Tumaco, sostiene que se trata de una región sin carreteras, con niveles educativos muy bajos y donde los campesinos no tienen solucionadas sus necesidades básicas. “Hay mucho abandono, una injusticia con estas comunidades”.
Como si fuera poco, a este panorama se agrega el recelo existente en la comunidad hacia los políticos y sus promesas. Las constantes denuncias de corrupción que han minado la confianza en los procesos institucionales.
Si a esto se suman los indicadores de violencia, ya se entiende por qué la comunidad pide menos armas y más compromiso social. El año pasado murieron en forma violenta 147 personas, lo que equivale a una tasa de homicidios de 70 por cada cien mil habitantes, una de las más altas del país.
Foto: Daniel Reina Romero - Revista Semana
El problema de la coca
De acuerdo con los últimos reportes de la ONU, el año pasado Tumaco concentraba 23.148 de las 42.627 hectáreas de hoja de coca detectadas en el departamento de Nariño. Para entender la magnitud de esta situación, basta recordar que, según datos de la Armada Nacional, por este puerto salen anualmente unas 200 toneladas de cocaína.
Monseñor Olave asegura que la sustitución de cultivos ilícitos es ahora el gran debate, una situación que no es nueva, dice, ya que desde hace mucho tiempo los campesinos dependen de esos cultivos.
Visión similar comparte Alejandra Torres, líder política de la Coordinadora Nacional de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana, Coccam, quien atribuye al abandono estatal la situación en la que se encuentra Tumaco y su zona rural.
“Es una región selvática, fronteriza con Ecuador, tiene salida al Pacífico, con accesos difíciles. Pero tiene problemas de infraestructura vial, incluso en la cabecera urbana. Lo que hay aquí es mucho abandono estatal y eso ha sido un caldo de cultivo para que la violencia en este territorio sea tan marcada”.
Alejandra Torres - Coccam
Para la vocera de la Coccam, lo que sucedió con la masacre de los campesinos cocaleros, además del reciente asesinato del líder social José Jaír Cortés, es la historia de una serie de acontecimientos violentos que se veían venir. “Con el retiro de las Farc de las zonas que controlaban, uno esperaba que el Ejército llegara, pero el control territorial les ha quedado grande. El Estado no ha podido garantizar la seguridad”.
Desde la Coccam advierten además que los campesinos han reportado más de diez grupos armados que “se están regando también por la cordillera”. Ante esta situación, la líder campesina alerta que “si el Gobierno no toma cartas en lo que tiene que ver con seguridad, tráfico de drogas y armas, se va a generar una situación aún más grave que la actual”.
Fotos: Daniel Reina Romero - Revista Semana
Las posibles salidas
Harold Ruiz, asesor de paz de la Gobernación de Nariño y una de las personas que mejor conoce la zona rural de Tumaco, admite que la situación es muy compleja y que con la desmovilización de las Farc hay cuatro grupos armados que se están disputando el control, lo que deja a los campesinos cultivadores de hoja de coca en la mitad del conflicto.
El experto explica que a los campesinos los presionan para que se opongan a la sustitución de cultivos ilícitos y también a la erradicación forzosa. Por eso, Ruiz sostiene que la única manera de entrar a la zona es una combinación de seguridad y control estatal con inversión social.
“Hay que construir carreteras para transportar los productos legales, crear una cadena de producción, ajustar un precio de sustentación (un precio mínimo garantizado por el gobierno) que sea competitivo y atractivo para los campesinos, y asegurar una oferta que garantice un beneficio colectivo para que las comunidades se comprometan con el proceso”, enfatiza Ruiz.
En ese sentido, el gobernador de Nariño, Camilo Romero, planteó la necesidad de crear desde el alto Gobierno una gerencia para Tumaco, que se encargue de dinamizar los procesos y que estas soluciones se logren sacar adelante en el tiempo más corto posible.
De acuerdo con Camilo González Posso, del Instituto Estudios sobre Paz y Desarrollo –Indepaz-, la pieza central del proceso que se adelante en el municipio debe ser el desarrollo territorial regional. “Si no está esa estrategia, no va a funcionar. Eso está escrito también en el punto 4 del Acuerdo de La Habana. Esto no es una rueda suelta, insisto, hay que retomar el enfoque del desarrollo rural integral y destinar recursos”.
El analista asegura que esta es la oportunidad más grande que tiene el país, porque para los programas voluntarios de sustitución de cultivos ilícitos se han presentado 105.000 familias y otras cien mil están a la espera. “Es el único caso en el mundo donde la gente está tocando la puerta a la legalidad y la legalidad no les abre la puerta; eso es lo más curioso”.
El director de Indepaz afirma que la salida tiene que ser concertada, sin necesidad de utilizar la fuerza, con una reforma rural integral y una clara orientación campesina. “Es que si no le dan la mano al campesino y todos los subsidios se van a los grandes megaproyectos, no hacemos nada”.
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Foto: Daniel Reina Romero - Revista Semana
La vocera de la Coccam coincide en que es necesario convencer de otra manera a los cultivadores de hoja de coca para evitar que sigan las erradicaciones forzadas. Además, advierte que, si no se construyen vías que conecten la zona rural con Tumaco y la zona fronteriza con Ecuador, será muy difícil que los campesinos puedan sacar sus productos legales y obtener alguna ganancia.
Para Luis Fernando Barón, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Icesi, los hechos del Alto Mira ponen en evidencia cómo los conflictos sociales y políticos de más largo aliento se han mezclado con los económicos, militares y criminales durante las últimas tres décadas.
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“Si en el mediano plazo no se fortalece la participación ciudadana y las instituciones de la región, seguiremos escuchando historias dolorosas producto de las pugnas entre los poderes económicos y militares que se disputan la riqueza natural y cultural de los territorios del Pacífico”, enfatizó el analista.
Por todo eso, en medio de tanta incertidumbre, las palabras de José Jaír Cortes en un documental son más que un clamor: “… Que los tumaqueños cuenten con esa mano amiga. Que la Alcaldía, el Gobierno y el presidente se pongan la mano en el pecho y miren también por la comunidad a la que han abandonado mucho tiempo”.
Foto: Programa Colombia Responsable
El cacao: ¿la oportunidad?
En Tumaco sobrevive otra siembra. Esta sí es legal y con mucho futuro: el cacao. Al frente de Chocolate Tumaco, la empresa comercializadora, se encuentra Hermes Klinger, hijo de cultivadores, quien con el apoyo de Colombia Responde, siete consejos comunitarios y dos organizaciones campesinas, ha logrado sacar adelante este proyecto que agrupa a más de cinco mil productores.
Casi todas son familias que llevan más de 70 años cultivando exquisitas variedades de cacao en 14.000 hectáreas, gracias a que las plantas crecen al lado de cítricos, borojó y palmas de chontaduro. Su estrategia les ha permitido posicionar su producto, regular el precio, acceder a incentivos, distribuir con ganancias y venderle sus frutos a empresas que los han respaldado, como Casa Luker. Incluso, hace poco, Ferrero les ofreció comprarles directamente dos mil toneladas de cacao, pero Chocolate Tumaco no estaba listo todavía para semejante producción.
A pesar de todas las presiones y el complejo panorama, han logrado realizar ocho exportaciones, equivalentes a más de 174 toneladas del producto. Hoy el cacao tumaqueño se expone en ferias internacionales y ha sido catalogado como uno de los más excelsos del mundo. Por eso, muchos ven en este una de las grandes oportunidades para los campesinos de la región.
El economista Felipe Tascón, asesor de Rafael Pardo, ministro del Posconflicto, conoce de cerca del proceso y dice que el cacao es una gran oportunidad, pero es necesario trabajar aún más en la calidad y para eso es necesario mejorar los beneficiadores, porque la fermentación y el secado todavía son muy irregulares.
“El potencial está. Hay un cacao de muy buena calidad que llaman el cacao regional, evidentemente hay que trabajar con asistencia técnica y ver las posibilidades de establecer más plantas procesadoras. Estas son unas inversiones relativamente pequeñas y con eso habría un cambio en la calidad”.
Felipe Tascón - Asesor del Ministro del Posconflicto
Andrés Guerrero es el creador de Soy Campesino, un proyecto que, por medio de las redes sociales, ha logrado ayudar a que decenas de agricultores y artesanos no pierdan sus productos. Esta es la historia de una conversión