La Vía al Llano: el incurable dolor de cabeza del Meta

September 26 de 2018

Los permanentes cierres del corredor Bogotá–Villavicencio perjudican cada vez más a los comerciantes y campesinos del departamento, especialmente a los agricultores del Ariari.

La Vía al Llano: el incurable dolor de cabeza del Meta

| Entre finales del pasado agosto y comienzos de septiembre la carretera permaneció cerrada casi una semana. | Por: Coviandes


Por: SEMANA RURAL
SemanaRural

“Normalmente llevo piña a Bogotá. Por los cierres de la Vía al Llano, este año me tocó botar cargas con fruta. Cuando se madura mucho ya no sirve para venderla. Así he perdido hasta cuatro millones de pesos”. Quien habla es Gonzalo Ramírez, un transportador de Puerto Rico, en el sur del Meta. Sale con su camión desde este pueblo de la subregión del Ariari, pasa por Villavicencio, toma la Vía al Llano (que conecta al Meta con el centro del país) y llega a Corabastos, la principal central de abastos de Bogotá.

Es un viaje que, por lo general, demora ocho horas: cinco de Puerto Rico a Villavicencio y otras tres de la capital del Meta hasta Bogotá. Pero el trayecto se amplía unas horas o hasta días por los constantes cierres de la vía. “Yo cobro 140 mil pesos por tonelada desde Puerto Rico a Bogotá. Ahora prefiero venir a Villavicencio por 110 mil. Si me voy por la ruta alterna, la tonelada sube a los 200 mil”.

 

La Vía al Llano conecta a Villavicencio y los demás municipios del Meta con Bogotá y los departamentos del centro del país. | © Juan Carlos Sierra - Revista SEMANA.


 

José Édgar Quebrada trabaja con el centro de acopio de la Asociación de Lecheros de Mesetas, otro municipio del sur del departamento. Su gremio también resulta perjudicado cada vez que la Vía al Llano es cerrada por horas o días. “Nosotros le compramos la leche a los campesinos y sacamos el producto del pueblo. Con el último cierre fueron días difíciles, porque nos tocó guardar la leche y esperar a que reabrieran la carretera”.

Durante los últimos días de agosto y los primeros de septiembre se dio el más reciente cierre de la ruta. Un derrumbe de tierra en el kilómetro 64+200, provocado por el fuerte invierno que azotó a la Orinoquía en esos meses, mantuvo inactiva la vía por casi una semana. Transportistas, turistas y comerciantes se quedaron atrapados en sus vehículos.

De acuerdo con la Sociedad de Ingenieros del Meta, de enero de este año hasta mediados de septiembre se han presentado 150 cierres en esta carretera. Y el más perjudicial, quizá, fue el que comenzó a finales de agosto, pues aumentó la indignación de los metenses y levantó un debate en el Gobierno nacional sobre la responsabilidad de los problemas en la ruta.

 

Por esta carretera pasa un promedio de 11 mil vehículos cada día, entre flotas, camiones con mercancias y carros particulares. | © Juan Carlos Sierra - Revista SEMANA.


 

Los responsables de los cierres

El corredor Villavicencio–Bogotá, también conocido como la Vía al Llano, empezó a ser construido en 1994 por las concesionarias Coviandes y Coviandina. Es una carretera de 85,6 kilómetros y cruza las montañas que forman la cordillera Oriental. Tiene tres túneles y 58 puentes, de los cuales ocho son peatonales y cincuenta vehiculares.

Según la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), por la vía circula un promedio diario de 11 mil carros y los peajes recaudaron 109.395 millones de pesos entre enero y junio de este año. Hoy se siguen haciendo obras de construcción, como la ampliación de algunos tramos con dobles calzadas y la apertura de túneles.

A pesar de ser una vía que acortó distancias entre Bogotá y Villavicencio, y que a su vez mejoró la conexión del Meta con el centro del país, se ve constantemente afectada por las olas invernales, una de los causantes de los derrumbes de tierra.

 

 

“Desafortunadamente hemos experimentado las lluvias más altas en los últimos 30 años. Es un indicador que pone al corredor en una situación de vulnerabilidad alta. Recordemos que se ubica en una cordillera joven, de unas condiciones técnicas muy complejas y que nos tienen en vilo, sobre todo en el kilómetro 64+200”, explica Juan José Casas Franco, asesor de infraestructura de la Gobernación del Meta.

Pero el invierno no es la única causa de los deslizamientos. Las obras de ampliación y mantenimiento de la vía también los estarían provocando. Para William Valencia, presidente de la Sociedad de Ingenieros del Meta, a la concesionaria Coviandes le faltó más planeación y mitigación en los trabajos que adelanta. “La empresa atribuye los derrumbes, en su mayoría, a cultivos que están en la parte alta de los taludes. Serían de campesinos que viven en las laderas de la vía. Pero para nosotros, los deslizamientos también son causados por las perforaciones en la cordillera”. Valencia pide que la concesionaria asuma responsabilidades por lo que viene aconteciendo en la carretera.

 

Uno de los derrumbes provocado por la ola invernal que azotó la Orinoquía entre agosto y septiembre de 2018. | © Coviandes.


 

Además de estas tres, la Unidad Departamental para la Gestión del Riesgo plantea dos causas más: las fallas geológicas en ciertas áreas y los altos niveles de deforestación. “Todos los factores determinantes los conoceremos en los estudios que la concesionaria debe presentar en las próximas semanas al comité de veeduría de la vía”, comenta Reinaldo Romero Silva, coordinador de la unidad. Esta dependencia halló 82 puntos de continuos derrumbes, de los cuales 21 son los más críticos, como los kilómetros 34, 53 y 64+200 —en este último ocurrió el deslizamiento que ocasionó el cierre de casi una semana—.       

En el Instituto Nacional de Vías (Invías) detectaron seis puntos de riesgo en la antigua Vía al Llano, que es la ruta alterna cuando se cierra la carretera principal. Según Jaime Andrés León, director regional de Invías-Meta, los más graves están en los kilómetros 84 y 86+500, que quedan ubicados en el sector de Servitá. Por allí circulan vehículos de carga pesada y camiones que transportan hidrocarburos.

 

 

Los perjudicados

“Aquí en el Ariari nos sentimos afectados con los cierres, porque cuando pasan no hay medios de transporte para sacar nuestros productos”, cuenta José Aureliano Cuéllar, platanero y piñero del municipio de Puerto Rico. “Siempre son pérdidas millonarias. Y tras de que perdemos lo cosechado, los productos que entran al pueblo se ponen caros”.

Los bolsillos de los campesinos y comerciantes de subregiones productivas del Meta, como el Ariari, son los que más sufren cada vez que se paraliza el tráfico en la Vía al Llano. Diego Alejandro Gamba, secretario de Desarrollo Rural de Puerto Rico, señala que cada vez más los agricultores se ven en apuros para pagar sus créditos con el Banco Agrario por culpa de los cierres. “Como no pueden vender lo que sacan de las fincas, no les llega dinero y algunos se cuelgan en sus obligaciones”.

El costo económico de los cierres es alto, de acuerdo con la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco). Un día de inactividad en la vía representa pérdidas por 53 mil millones de pesos. El sector agricultura, concentrado en gran parte del Ariari, deja de mover alrededor de 3.500 millones debido a que productos perecederos como el plátano y la piña se dañan en plena carretera; aunque la industria petrolera es la más perjudicada, según Fenalco.

 

El sector agricultura, concentrado en gran parte del Ariari, deja de mover alrededor de 3.500 millones en un día de cierre de la carretera. | © Óscar Fabián Bernal.


 

“Otros 4.500 millones de pesos está perdiendo el sector ganadero. Aproximadamente dos mil cabezas de ganado se transportan diariamente, a un costo de dos millones cada viaje. El problema en este sector no es que las reses se ‘dañen’, sino que en la vía pierden peso y ya no cuestan lo mismo”, señala Jorge Andrés Arango, director de Fenalco Meta.

La industria del turismo en el departamento se suma a la lista de perjudicados con los cierres viales. La federación calcula que alrededor del noventa por ciento de las reservas hoteleras se cancelan cada vez que se bloquea el paso hacia el Meta. En cuanto al transporte terrestre de pasajeros, las empresas reportan pérdidas superiores a los 800 millones de pesos. Y por el lado de las aerolíneas, estas suben el precio del tiquete hacia Villavicencio. “Es preocupante quedar totalmente incomunicados. A diferencia de otros departamentos, nosotros no contamos con vías alternas o buenas tarifas de transporte aéreo”.

 

 

¿Cómo solucionar los problemas de la vía?

Los 150 cierres que se dieron en lo que va de este año, pero en especial el de finales de agosto y comienzos de septiembre, avivaron la indignación de los metenses y levantaron preguntas en el Gobierno nacional sobre la responsabilidad de los problemas que presenta este corredor vial. Hanner Sabogal es vocero de la campaña ‘El Meta se mamó’, que reúne a gremios económicos, organizaciones sociales y medios de comunicación locales para hacerle veeduría ciudadana a las decisiones que se tomen con respecto a la carretera.

Esta situación demuestra que Coviandes no administra bien la vía. Nuestra iniciativa quiere llamar la atención a nivel nacional, pues lo que necesitamos son dolientes para este tema. Los cierres no solo afectan al Meta sino a todos los Llanos Orientales”, comenta Sabogal.

El pasado 13 de septiembre se hizo un debate de control político sobre la Vía al Llano en la comisión primera de la Cámara de Representantes. El congresista Alejandro Vega, quien representa al Meta por el partido Liberal y convocó el debate, asegura que el Gobierno nacional no asume responsabilidades frente a los perjuicios que sufre la carretera. “Citamos a la ministra de Transporte (Ángela María Orozco), a los gerentes de Coviandes y Coviandina, al presidente de la ANI, pero no hubo respuestas concretas sobre las razones y soluciones de los puntos críticos. Es decir, seguiremos dependiendo del clima”.

 

 

La Sociedad de Ingenieros del Meta cree que Conviandes falló en la planeación de las obras que todavía adelanta en la vía. | © Óscar Fabián Bernal y Juan Carlos Sierra - Revista SEMANA.


 

SEMANA RURAL consultó a Alberto Mariño Samper, gerente de Coviandes, para conocer cómo la concesionaria resuelve los problemas de este corredor vial. En lo que respecta al tramo que comprende el peaje de Pipiral (kilómetro 71+850, en el Meta) hasta Puente Real (en Cáqueza, Cundinamarca), Mariño asegura que especialistas de la empresa ya adelantan trabajos de mejoramiento. “Pero recomiendo que se busquen los recursos con la mayor agilidad posible para que Invías y la ANI puedan ejecutar obras de mitigación durante el próximo verano. Es fundamental que cuando llegue el invierno del año entrante los trabajos previstos estén terminados o muy avanzados”.

En la Sociedad de Ingenieros del Meta preocupa que el concesionario diga que no tiene recursos para invertir en obras de mantenimiento y mitigación, a pesar del millonario recaudo de los peajes. “Es algo como ilógico. Entonces, no entiendo de qué manera se adelantó el contrato de concesión”, señala el presidente de la entidad, quien agrega: “Los puntos críticos requieren trabajos de alta ingeniería y de recursos macro. Por ejemplo, en el kilómetro 64+200, la solución es prolongar el túnel falso que hay actualmente”.

El coordinador de la Unidad Departamental para la Gestión del Riesgo comenta que la ANI y el Ministerio de Transporte hablan de que se necesitan más de 100 mil millones de pesos para los trabajos en la vía, como la prolongación del túnel falso del kilómetro 64+200, pues la falla geológica de este sitio viene aumentando.

 

Un grupo de metenses viene impulsando la campaña ‘El Meta se mamó’ para exigir soluciones a los constantes cierres de la vía. | © Luis Fernando Charrupí. 

 

Mientras se reúnen los recursos y se planean las obras, los habitantes, comerciantes y agricultores del Meta, especialmente los de la subregión del Ariari, tienen que tomar la vía Villavicencio-Bogotá cruzando por Guateque, en Boyacá, cada vez que la carretera permanece cerrada. Es un recorrido que tarda de siete a catorce horas, pero que aumenta con las tres de Mesetas y las cinco de Puerto Rico. Casi un día viajando.

 


Por: Paula Castañeda, Luis Fernando Charrupí e Israel Jiménez | Villavicencio y sur del Meta

José Puentes Ramos | Editor regional Sur y Bogotá


 





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