La casa de la trocha: donde víctimas y desmovilizados brindan por la reconciliación

March 02 de 2021

Queda en Bogotá y en su interior funciona, de manera itinerante, un mercado de alimentos y artesanías, y un bar donde se vende una cerveza con el siguiente lema: “Tomando el camino de la paz”. .

 La casa de la trocha: donde víctimas y desmovilizados brindan por la reconciliación

| En los muros de la casa de la trocha se cuentan historias. En la foto se ve un gancho, donde colgaba la última camiseta para la venta, y una bolsa de Memorias Colombia, una fundación que apoya a víctimas y excombatientes para que puedan vender sus productos | Por: ©Mateo Medina Abad


Por: Mateo Medina Abad
@teomedinabad

Desde la calle se escuchan los aplausos y una canción de Silvio Rodríguez: “Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera, qué cosa fuera la maza sin cantera”. Adentro es oscuro y la madera de los pisos cruje. En las paredes hay docenas de fotos. Se ve la escena de un guerrillero vestido de camuflado que dispara una ráfaga de fusil. También hay camisetas con mensajes de paz y libros con ilustraciones. 

 

A mano izquierda, hay una barra escondida en lo que fue la sala de una casa de familia y después un hostal. Detrás del bar, donde se lee “Cerveza La Trocha”, varias personas atienden. Al que pase por allí le ofrecen una Trocha, una cerveza tipo Ale porter hecha por excombatientes que lleva un mensaje de reconciliación. A pesar de tener un sabor amargo, su historia es dulce: “Tomando el camino de la paz”, dice la etiqueta. 

 

Es sábado y la casa está llena. Decenas de personas cargan bolsas con lechugas, galletas, achiras y café, además de otros productos que hacen parte del mercado campesino. Hay todo tipo de acentos e historias, pero en la Casa de la Trocha, también conocida como la Casa de la Paz, pasa algo particular: este lugar se ha convertido en un espacio de reconciliación.

 

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La Casa de la Trocha fue inaugurada a finales del año pasado, este lugar se ha convertido en un espacio de encuentro en el que víctimas y excombatientes. Allí recurrentemente se reunen emprendedores campesinos a vender sus productos y dar a conocer sus historias de vida. "El espacio presencial en la Trocha permite que las personas sobrevivientes se encuentren con la gente y eso ha sido muy importante pues ha mostrado esa voluntad de La Trocha de que en su espacio se vinculen también las víctimas. Es un lugar especial y que tiene una magia porque allí llegan cientos de personas en miras de construir paz y transformación social a partir de estos mercados", dice Paola Carvajal, fundadora de Memorias Colombia.

©Mateo Medina Abad

Al fondo, luego de pasar por la barra, se ve la entrada de un patio largo donde, a pesar de la lluvia cada vez más fuerte, hay decenas de personas. “Cuénteme sobre estas manillas”, le preguntan a una de las vendedoras. Con una sonrisa bajo su tapabocas, explica que es parte de las artesanías de una emprendedora embera que fue víctima del conflicto.

 


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En todo el mercado hay historias similares, hay víctimas que han encontrado en el emprendimiento una forma de guardar memoria y dar a conocer sus regiones. Pero a su lado también hay excombatientes, que trabajan con sus colectivos por sus proyectos de vida tras la firma del acuerdo. 

 

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Para la iniciativa de Memorias Colombia es clave que las personas se familiaricen con estas historias de vida, pues detrás de cada producto hay una historia del pasado, pero que fortalece a las personas para el futuro. "Estos espacios, como la Casa de la Trocha, son mágicos, porque ellos los sobrevivientes del conflicto no se sienten como uno invitados, incluso no se sienten como víctimas, sino que se sienten como parte de un mercado, como emprendedores y eso es lo que queremos promover como colectivo social: generar espacios de diálogo entre personas diferentes", explica Paola. 

En la foto se ve a Ruben mientras le cuenta a una cliente sobre la miel y el polen que comercializa con Memorias Colombia. Cuando le preguntan, a pesar de los momentos difíciles, cuenta su historia con una sonrisa.

©Mateo Medina Abad

“Le estamos apostando a la paz. Estamos cansados de la repetidera, cansados de la guerra. Por eso venimos hoy aquí a la Casa de la Trocha para mostrar lo que hacemos y compartirle a las personas nuestras historias de vida. Para que estos productos sean un símbolo de paz”, cuenta Herlinda Carabayo, que fue desplazada de Yacopí (Cundinamarca) en 2004.

 

Vivió en medio de la guerra desde que su madre dio a luz. Yacopí fue el escenario de cientos de historias del conflicto, allí los paramilitares,la guerrilla y el Ejército eran los mandamases. Entre 1985 y 2014, 1.047 personas se vieron afectadas por esta disputa. Algunas, como Herlinda, tuvieron que huir sin mirar atrás.

 

De acuerdo con el Registro Único de Víctimas (RUV), en el país hay 4.151.416 mujeres víctimas del conflicto. Según las estadísticas, entre los hechos victimizantes contra las mujeres 3.780.677 de ellas fueron víctimas de desplazamiento; 458.781, víctimas de feminicidios, y 191.784, de amenazas.

 

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Los procesos de diálogo son clave en el proceso de sanar lo que vivieron las víctimas del conflicto. "El hecho de podamos estar en espacios físicos permite que los emprendedores tengan contacto directo con quienes los apoyan con los pedidos por internet—explica Paola—. Esto permite que puedan tener un diálogo, que las personas reconozcan al emprendedor, pero que el emprendedor también reconozca que hay personas que están comprometidas con la paz, con la reconciliación y que por eso es que los ayudan".

En la foto se ve a Herlinda, quien se caracteriza por ser la más alegre del grupo, siempre atiende con una sonrisa y muy pocas veces se le escapa un cliente.


©Mateo Medina Abad

“Nosotros no vendemos cosas, compartimos nuestras historias de vida. Detrás de cada uno hay vivencias que nadie conoce. Por ejemplo, muy poco se habla de lo que se vivió en Yacopí, y la sangre que corrió en mi pueblo. Pero siempre he creído que uno tiene que perdonar desde el corazón, que el único que puede juzgar es Dios”, dice Herlinda, con una sonrisa en su cara.

 

Como ella, varios emprendedores se han dedicado a contar historias con sus productos. La comida, dicen, es lo más cercano al corazón y a la memoria. Para Herlinda, hacer las almojábanas como las que hacía con su madre en Yacopí es preservar su casa. “Hoy atiendo con amor y no me importa quién está al frente”, dice.

 

Su emprendimiento hace parte de la iniciativa conocida como Memorias Colombia, en la que víctimas y colectivos de excombatientes pueden vender sus productos a través de internet. Paola Carvajal lidera la iniciativa, así como la organización del mercado campesino de La Trocha. Fue ella quien la fundó luego de conocer la historia de estos emprendedores y cómo sus ventas se vieron afectadas por el coronavirus.

 

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“No es un proceso revictimizante, en realidad hay una frase muy bonita que incluso Ruben, que es uno de los emprendedores, dice mucho y es que ellos ya no se sienten víctimas, se sienten emprendedores. No caemos en el discurso del que pesar, sino que queremos empoderarlos de vuelta, que pueden dejar el pasado atrás y construir paz a través de sus productos", dice Cindy. 

En la foto se ve a Graciela orgullosa frente a su stand, acompañada por Leidy Johana Quiñones, que con sus ventas de productos del pacífico busca preservar la memoria de su región a través de sus dulces.

©Mateo Medina Abad

En la actualidad, a pesar de los tapabocas, cada uno de ellos sonríe. Jamás imaginaron contar su historia y ganar reconocimiento por sus productos. Antes de la pandemia, las ventas para Graciela Leguizamón dependían del carrito con el que andaba por Bogotá. Ahora, con algo de timidez, pero con la seguridad de que sus tortas hablan por ella, comparte con cientos de personas que la buscan solo para conocerla luego de comprarle por internet.

 

“Esto representa una reconciliación para la sociedad y para mi. Le doy a gracias a Dios por tener este espacio para que las personas nos apoyen y conozcan de nosotros. Ha sido muy importante estar con el otro, saber más de la persona que de la etiqueta. Compartir con la gente da una paz que es difícil de explicar, estos espacios me han dejado sanar, me han unido a mis compañeros sin importar su historia, cuenta Graciela. 

 

Sus ojos reflejan años de lucha. Fue desplazada en la Sierra Nevada de Santa Marta, pero a pesar del dolor y de las dificultades que tuvo que pasar, sus piernas nunca dejaron de caminar, y su comida, tan dulce como su voz, le ha permitido salir adelante.


 

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"Lo que los hace especiales, y personas que inspiran, es cómo a pesar de haber vivido una situación dolorosa tienen la capacidad de salir adelante y de construir sus proyectos con esfuerzo y cariño", cuenta Paola, que destaca la importancia de esos espacios de diálogo para que las víctimas y los excombatientes se encuentren en un espacio en el que son iguales. En el que quieren emprender y reconstruir sus vidas.

En la foto se ve a Graciela, que con sus años recorriendo la ciudad con su carro de postres luchó por su familia. Hoy, gracias a su trabajo con Memorias Colombia, ha encontrado un espacio para vender sus productos.

©Mateo Medina Abad

 

Su mesa está casi vacía. Hay cuatro tortas de chocolate, unas galletas de quinua y un par de mermeladas que espera vender. A su lado, Cindy vende Café La Esperanza. Estos granos, molidos con esmero, hacen parte del café cultivado en Buenos Aires (Cauca) por excombatientes firmantes del acuerdo. En la mesa, como en la Casa de la Trocha, excombatientes y víctimas comparten por igual. 

 

En esta casa, a escasos metros de la sede de la Jurisdicción Especial para la Paz, víctimas, excombatientes y personas del común comparten en un llamado por la vida. Un llamado hecho a través de cerveza, lechugas, achiras, cafés, aborrajados, y cientos de productos hechos por emprendedores de paz y memoria. 

 


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