En 732 municipios del país hay por lo menos una hectárea deforestada. Las causas y los efectos son diversos según la región. ¿Cómo frenar de una vez este problema?.
| Más de 31 especies animales están en peligro de extinción por la destrucción de los ecosistemas. | Por: Carlos Pedraza / SEMANA
En 732 municipios, de los 1.200 que tiene el país, se registró al menos una hectárea deforestada de bosque. Riosucio (Chocó), San Vicente del Caguán y Cartagena del Chairá (ambos en Caquetá) son los municipios más afectados por esta problemática, con más de 10 mil hectáreas de bosques talados al año, asegura el director del Ideam, Omar Franco.
La causa, conocida también como motor de deforestación, es diferente dependiendo de la zona del país. En general, según el Ideam, actualmente son seis los motores principales de deforestación: praderización por titulación, cultivos de coca, infraestructura para transporte, incendios forestales, extracción ilícita de minerales y ganadería extensiva.
Todo esto está asociado con altos niveles de ilegalidad, relacionados con la tenencia de la tierra, la ampliación de la frontera agropecuaria y grupos criminales relacionados con cultivos de coca y explotación de oro de aluvión.
Quienes deforestan parecen olvidar la función primordial que cumplen los bosques: regular el agua. Una zona sin bosque se queda sin la posibilidad de retener el agua en la parte subterránea, lo que en invierno genera inundaciones y en verano permite mantenerla hidratada y fértil.
Otros temas de este especial
BOGOTÁ
CERROS ORIENTALES, AMENAZADOS POR LA CONSTRUCCIÓN ILEGAL
La reserva forestal de los cerros orientales es un entramado de ecosistemas de 14 mil hectáreas. Además de unir los dos páramos de la ciudad, Sumapaz y Chingaza, funciona como regulador de aguas y pulmón de la capital.
La Declaratoria de Interés Ecológico Nacional de 1993, que incluía a los páramos y otros ecosistemas de la ciudad, no impidió que la construcción fuera acabando poco a poco con esta reserva forestal.
La construcción ilegal en los cerros orientales de la capital tienen en riesgo a un ecosistema natural de 14 mil hectáreas. | Foto: Juan Carlos Sierra / Semana
Para Néstor Franco, director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, entidad encargada del manejo y protección de la reserva, “esto sucede porque los ciudadanos bogotanos, lamentablemente, carecemos de un sentido de apropiación ambiental hacia zonas estratégicas de la ciudad”.
La tragedia es de grandes proporciones y altísimos costos. En el sector de El Bagazal, a la altura de la calle 76, se levantaron imponentes mansiones de entre 5 mil y 30 mil millones de pesos. Su construcción se hizo en la zona de reserva, talando árboles e incluso desviando quebradas.
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EL LADO B DE LA TALA: UNA CIUDADANÍA ACTIVA
Esta zona no solo es ejemplo de daños ambientales, también se ve una ciudadanía que trabaja en conjunto para proteger sus riquezas naturales.
En palabras de Andrés Plazas, presidente de Amigos de la Montaña, una de las organizaciones que lucha por proteger los cerros orientales:
“Hemos logrado frenar proyectos por fuera de la ley; pero, lo más importante, es que hoy la ciudad siente que hay ojos sobre esos lugares”
La orden de demolición y sanción contra la constructora de una de las mansiones y el freno que se le puso a otras cuatro que hoy cursan investigaciones, respaldan las palabras de Andrés y demuestran que es posible defender el ambiente desde la ciudadanía.
| En 2016 se registraron 178.597 hectáreas deforestadas a nivel nacional. Foto: Juan Carlos Sierra / Semana
EL CARIBE
FALTA COMPENSACIÓN FORESTAL
“El Caribe, lamentablemente, no va a volver a salir en los informes del Ideam, porque ya se deforestó casi todo. Lo que nos quedan son reductos: en la Sierra Nevada de Santa Marta, en la Serranía del Perijá y en los Montes de María”, explica Sandra Vilardy, bióloga y profesora de la Universidad del Magdalena.
Para Sandra Vilardy, quien ha pasado gran parte de su vida estudiando los ecosistemas de la región, la deforestación tiene una larga historia y fue causada principalmente por la extensión de la ganadería y la agricultura.
Según Fabio Lozada, director de la Corporación Paisajes Rurales —que se dedica a la conservación de ecosistemas, restauración de hábitats y protección de paisajes naturales—, esta situación ha llevado a que la gente se esté quedando sin suelos productivos y sin agua.
“En gran parte del Caribe se ha llegado a un límite y el mismo campesino se ha dado cuenta del efecto de la fragmentación y de la pérdida de bosque”. Por eso, dice que son principalmente los campesinos los que están dispuestos a empezar procesos para recuperar el ecosistema.
Pero los expertos advierten que, frente a las grandes extensiones de tierras utilizadas por la agricultura y la ganadería, no se ven los bosques que estén creciendo como consecuencia de la compensación forestal.
“Los árboles, bosques y humedales son nuestra principal protección frente al aumento de la temperatura y las lluvias. Sin estos, somos más vulnerables de sufrir directamente de los efectos del cambio climático; de las fuertes sequías y las lluvias torrenciales”, sostiene Vilardy.
VALLE
DEFORESTACIÓN A LA BAJA
Mientras en el resto del país la deforestación aumenta de forma dramática, en el Valle del Cauca la tendencia sigue a la baja.
De acuerdo con los reportes de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), de las 3.500 hectáreas de bosques naturales deforestadas y reportadas en el 2014, hoy únicamente quedan 629, lo que representa una recuperación ambiental del 82 por ciento.
Actualmente, 46.000 hectáreas de bosque están en recuperación. | Foto: Alejandro Giraldo.
El último reporte sobre deforestación que dio a conocer el Ideam advierte que Colombia pasó de 124.035 hectáreas de bosque perdidas en el 2015 a 178.597 en el 2016. El 70 por ciento del área deforestada se concentra en 23 municipios, dentro de los cuales no aparece ninguno del Valle del Cauca.
Henry Trujillo, ingeniero forestal de la CVC, advirtió que hay afectación, pero en las zonas previamente intervenidas, donde había barbechos y rastrojos, y que ahora se dedica principalmente a cultivos. “No se están tumbando nuevas áreas de bosques naturales para convertirlos en pastos para ganadería o terrenos para cultivos”, explica el experto. De hecho, el ingeniero Trujillo también explicó que en el Pacífico hay aprovechamientos que no implican necesariamente cambios en el uso del suelo, salvo las áreas donde se desarrollan obras públicas o privadas cerca de Buenaventura.
La extracción de recursos de manera ilegal es uno de los factores que más contribuyen al aumento de esta problemática. | Foto: Ideam
ANTIOQUIA
RETORNO Y DEFORESTACIÓN, UNA TENSIÓN PERMANENTE EN SAN CARLOS
De las 1.111 hectáreas deforestadas en 26 municipios del oriente antioqueño, territorio de Cornare (CAR), más de 350 se deforestaron en San Carlos.
Este es el municipio que más ha tumbado bosque, en gran parte, producto de su proceso de retorno colectivo. “En la medida en que la población campesina tiene que salir, los bosques empiezan su proceso de restauración; cuando retornan, vuelve el proceso de desmonte para adecuar sus parcelas”, explica María Altagracia Berrío, ingeniera forestal de Cornare.
San Luis, municipio vecino, es el segundo lugar en el oriente donde más deforestación se presenta, con 174 hectáreas que, como en toda esta región, ha sido generada por el avance en grandes áreas de la frontera ganadera.
Del total de hectáreas deforestadas en la región, unas 246 han sufrido por incendios forestales y 60 son de bosque plantado (se siembra para sacar madera) “no debería estar en la cifra de deforestación”, asegura Berrio. Y explica que estas 360 hectáreas igual aparecen en el informe a escala del Ideam y que esos ‘detalles’ que explican la deforestación no son contemplados en el monitoreo nacional.
“Es muy bueno el trabajo que hace el Ideam, solo que con las imágenes que se trabaja no es posible diferenciar cuál es bosque plantado o bosque natural. Sería un trabajo de nosotros como CAR informarle al Ideam qué porcentaje de bosque plantado tenemos y que nos lo descuente”, indica Berrio y asegura que si esto pasara en todas las zonas del país, quizá la tasa de deforestación sería menor.
Parte de la solución
Para Cornare, el programa BancO2 es una estrategia efectiva de conservación. En el oriente de Antioquia, 535 campesinos trabajan en la conservación de 11 mil hectáreas, por lo cual reciben un salario mínimo y acceden a proyectos sostenibles, como pago por sus servicios ambientales. Se ha observado un éxito de 99,5 por ciento.
“Conservar no solo puede ser una carga, también puede ser una alternativa de vida. Cuando la conservación sea un proyecto productivo, la deforestación puede disminuir considerablemente”
-Cornare-
UN MAL QUE CRECE
De acuerdo con la base de datos generada por el IDEAM y los análisis que ha realizado esta entidad, la pérdida de superficie de bosque continuará en el corto y mediano plazo en el país. Los esfuerzos de las autoridades nacionales están concentrados en reducir su magnitud y, en el largo plazo, minimizar su impacto con la implementación de una política de lucha contra la deforestación y una estrategia de control integral a este problema.
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