Jóvenes menores de 30 de diferentes regiones del país dedican su tiempo y esfuerzo a proyectos que mejoran vida de sus comunidades.
| Andrea Chica es pereirana y creó Mi Colilla, una organización dedicada a recoger y transformar los filtros en materiales reutilizables. | Por: José Puentes Ramos / SEMANA RURAL
Medioambiente, inclusión, educación y lucha contra la pobreza. Esos son los temas de los proyectos de cuatro jóvenes de distintas regiones del país que se reunieron en Bogotá, en el One Young World, el evento de líderes menores de 30 años más importante del mundo. Ellos compartieron sus experiencias con invitados internacionales y conocieron otras iniciativas globales.
Jenifer lleva energía eléctrica y servicios sanitarios a zonas rurales de su departamento, Andrea creó una campaña para reutilizar las colillas de cigarrillo que la gente bota en la calle, Lorena apoya a los profesores indígenas de la Orinoquía y Luis Gabriel es la voz una población invisibilizada. SEMANA RURAL habló con ellos sobre sus proyectos.
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UN CONTAMINANTE SILENCIOSO
Las colillas de cigarrillo son tan tóxicas que basta con una para contaminar 50 litros de agua. Los fumadores suelen tirar a la calle estos filtros sin pensar en las consecuencias ambientales para sus ciudades o pueblos: río, caños y tuberías contaminadas, animales que pueden ingerir las colillas pensando que es comida, suelos con alto grado de toxicidad, entre otras.
Este problema ecológico llevó a un grupo de jóvenes pereiranos a crear Mi Colilla, una organización dedicada a recoger y transformar los filtros en materiales reutilizables. “Nuestro trabajo también es sensibilizar a la gente en parques y plazas sobre las colillas: son un contaminante silencio”, dice Andrea, una de sus fundadoras.
Mi Colilla hace un rastreo de los sitios en Pereira donde más arrojan colillas a la calle. En cada punto detectado se instala un contenedor para que los fumadores, tenderos y dueños de casetas depositen los filtros. Además, se nombran embajadores que invitan a no botar este desecho.
Uno de los contenedores instalados en Pereira. | Foto: cortesía 'Mi Colilla'.
“Vaciamos los contenedores y las colillas entran a un proceso de biorremediación. Es cuando usas un bioorganismo para acelerar la degradación de un residuo o eliminar algún componente tóxico. Gracias al metabolismo del hongo Pleurotus ostreatus, los filtros quedan limpios y obtenemos un material reutilizable al cabo de un mes”, explica.
Andrea y Mi Colilla quieren transformar las colillas limpias en papel para cuadernos, cartón, láminas de insonoración y hasta en suela para zapatos.
LA VOZ DE LOS INVISIBILIZADOS
Luis Gabriel es el representante para las Américas ante el Consejo de Inclusión Internacional. Este joven bogotano sufre una discapacidad cognitiva (síndrome de Asperger). Trabaja como auxiliar administrativo en una empresa y también dedica su tiempo a luchar contra la discriminación.
A través de la Red de Empelo con Apoyo (RECA), Villareal ingresó al mundo laboral. Estudió en el Sena con la ayuda de esta organización y recibió la guía de un tutor. “Fue un proceso de un año y medio. Con eso me certificaron para trabajar. La idea es que nos abran las puertas, ya que lastimosamente no somos visibles en la sociedad. Nos excluyen”, asegura.
Precisamente para abrir los espacios que necesita la población con discapacidad cognitiva, Luis Gabriel asumió cómo embajador de RECA en Colombia. Él participa en eventos nacionales e internacionales exponiendo la falta de oportunidades que tienen. Pronto viajará hacia Birmingham, en Inglaterra, para participar en un foro.
“Cada vez que nos sale un trabajo nos piden muchas condiciones. Entonces, lo que quiero es generar un cambio positivo, ser un agente de cambio. Le doy una voz a las personas que tiene esta condición. Queremos trabajar, tener vida social, participación y no ser marginados”.
LLEVAR SERVICIOS BÁSICOS AL CAMPO
En 2016, la pobreza en Bolívar fue de 41 por ciento de acuerdo al Dane. Cartagena Cómo Vamos dice que el 30 por ciento de los cartageneros se consideran pobres, principalmente si son de las zonas rurales. Varias veredas y corregimientos de la región no cuentan con alcantarillado, agua potable o energía eléctrica.
Ante la situación de desigualdad en su departamento, Jenifer Colpas junto a dos amigos crearon la fundación Tierra Grata para llevar servicios básicos a los campesinos. “Lo que nosotros hacemos es implementar tecnologías sociales que ayuden a solucionar la falta de saneamiento y electricidad. Son de bajo costo y fácil instalación”, comenta.
Las lampares y paneles solares que los voluntarios ayudan a instalar. | Foto: cortesía Fundación Tierra Grata.
Tierra Grata apunta a tres proyectos: la instalación de alternativas de energía como iluminación con botellas de agua, paneles y lámparas solares; la construcción de baños secos -que utilizan productos orgánicos para la degradación de los desechos- y plantas de tratamiento del agua.
“El 94 por ciento de la zona rural de Bolívar no tiene alcantarillado. Algunas veces los campesinos construyen soluciones artesanales, pero lo que hacen es contaminar los ríos y las zonas verdes. O se vuelve en focos de enfermedades. Las tecnologías sociales dignifican la vida de estas familias”.
Para la instalación de los baños secos y los paneles, la fundación convoca a voluntarios de todas las carreras para que viajen a municipios como San Basilio de Palenque y Gambote, la isla de Tierra Bomba y las veredas Púa e Isla de León, en Cartagena.
MEJOR EDUCACIÓN PARA LOS JÓVENES DEL VICHADA
“Muchos de los referentes educativos nacionales son construidos desde contextos urbanos, no desde las ruralidades”. Con esta frase, Lorena Ramírez resalta la importancia de pensarse la educación desde cada territorio. Es un tema que están trabajando con docentes del Vichada y de otras regiones.
Uno de los grandes retos es integrar saberes propios en la escuela, especialmente en un contexto como el Vichada donde funcionan internados lejos de muchas comunidades. La organización Kae-Adikuä - Red de Acción Intercultural, a la que pertenece Lorena, busca fortalecer los lazos escuela-comunidad por medio de la educación intercultural.
Profesores del Vichada reciben apoyo para mejorar sus procesos educativos. | Foto: cortesía Kae-Adikuä.
“Creamos una red con 43 profesores de las etnias Piaroa y Jiwi de la Selva Matavén (Vichada), de la comunidad afro y mestizos. Iniciamos a trabajar con los Emberá Eyábida de Mutatá (Antioquía). Con ellos construimos los curriculos y otras iniciativas para que lo que se enseñe tenga sentido en los territorios”, explica.
El apoyo de Kae-Adikuä no termina ahí. También organizan el Día I, una jornada de educación intercultural en siete colegios del Vichada, Huila y Urabá. Además promueven la formación de los profesores con la participación en espacios para compartir sus experiencias con otros docentes e instituciones educativas.
El cultivo de estos frutos, una herencia ancestral, se ha convertido en una forma de resistencia y esperanza para los campesinos y desmovilizados de esta región donde la violencia sigue latente.