Se llama José Humberto Cardona y gobierna el municipio antioqueño de Olaya. Desde allí, afirma: "dono mi sueldo y lo seguiré haciendo porque no lo necesito. Yo lo hago como un servicio a mi comunidad" .
| José se ha dedicado a tener un trato cercano con cada ciudadano del municipio | Por: ©Alcaldía de Olaya
Bordeando el río Cauca, a dos horas de Medellín, se encuentra el municipio de Olaya (Antioquia), un pintoresco pueblo colonial de 3000 habitantes, conocido por el Puente de Occidente, que conecta al pueblo con Santa Fe de Antioquia y es una de las obras de ingeniería más importantes de Colombia. Pero además de ser conocido por la amabilidad de su gente, como dice la frase que identifica al pueblo: “más humilde que el violeta”, en los últimos meses ha resaltado el nombre de su alcalde, José Humberto Cardona, quien desde hace un año no recibe su salario, que ha donado a su comunidad.
“Yo me posesioné como alcalde para servir y no ser servido”, se repite una y otra vez hasta el cansancio. Cardona, quien apenas tiene 32 años, ha entendido que lo más importante para su vida es servir a lo olayenses que lo eligieron como alcalde en 2019. Para él, su misión es clara: hacer que las personas más necesitadas del municipio no pasen necesidades y que las oprotunidades sean iguales para todos.
“Yo dono mi sueldo y lo seguiré haciendo porque no lo necesito. Yo lo hago como un servicio a mi comunidad y a mi municipio. Mi padre es comerciante, mi madre es pensionada del magisterio y yo he sido ganadero toda mi vida, gracias a eso hemos tenido una estabilidad económica . Yo no necesito mi sueldo y lo pongo en servicio de la gente”, dice José Humberto.
Pero no solo ha hecho con su propio sueldo, sino con su gestión. Olaya tiene un presupuesto anual que no supera los 5.000 millones de pesos, pero por su trabajo ante entidades públicas y privadas, cuenta el alcalde, logró superar en sólo un año esta cifra con aproximadamente 17 mil millones, que ha utilizado para invertir en colegios y desarrollo para el municipio.
En cada oportunidad se reune con los ciudadanos para conocer sus necesidades.
Nació en Turbo, Antioquia donde su madre fue profesora y su padre comerciante. En este municipio del Urabá vivió 13 años, hasta que sus padres se mudaron a Olaya, donde entró al colegio misionero. Desde entonces, su familia, y sus profesores lo educaron para que tuviese una vocación de servicio. Olaya, dice, es su misión y su futuro.
Los primeros dos suelos que ganó como Alcalde los utilizó para comprar todos los instrumentos de la banda marcial del municipio, pero llegó la pandemia y el pueblo, que en ese momento no tenía acceso a internet, se tuvo que confinar. En marzo del 2020, cerró las fronteras a turistas, aguantó la presión y se paró ante la rabia de cientos de personas que visitaban su pueblo, para cuidarlos a ellos y a sus habitantes. ”Nosotros no teníamos los recursos hospitalarios para atenderlos en caso de que hubiese una crisis”, explica.
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Entre abril, mayo y junio, en pleno pico de la pandemia, utilizó su sueldo para comprar mercados, medicamentos y kits de primera necesidad para los más necesitados del municipio. Como siempre repite: "las personas saben que desde antes de que yo fuera Alcalde mi misión era impulsar Olaya, que podían contar conmigo o con mi familia para ayudarlos”.
José ha acostumbrado a tener un trato cercano con las personas
Desde que asumió su mandato como uno de los alcaldes más jóvenes del departamento de Antioquia, su propósito ha sido trabajar por mejorar su pueblo. Por eso desde que se posesionó ha donado su sueldo.
Con esos recursos abrió un fondo para reconstruir siete escuelas, cuya infraestructura estaba en condiciones deplorables, en un plazo de 100 días. Esto no solo lo hará con su sueldo, sino con lo que logre recolectar en un fondo que creó con un comité del municipio. Hasta el momento, con su salario y otras donaciones, ha recolectado 50 millones de pesos de los 200 que necesita para el proyecto.
José agradece a Dios todos los días que puede servirle a su comunidad como Alcalde. “Acá teníamos una administración buena, una regular y después dos que no hacían nada y el pueblo se detenía en el tiempo. Mi sueño era cambiar Olaya, enamorar a sus habitantes de su pueblo para que ellos trabajaran por su desarrollo”, explica.
Su meta es que Olaya, como cualquier municipio del país, le pueda ofrecer oportunidades a las personas. Para él la educación es clave en el desarrollo de cualquier lugar. “Antes que invertir en cemento tenemos que invertir en lo social, es a través de esas oportunidades que le podemos mostrar a los jóvenes que hay otros caminos posibles, que hay más en la vida”.
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