Se llama San Raffaele y desde hace 11 años atiende a las comunidades más remotas de la región. En medio de la pandemia, sigue navegando. Cabecera, Puerto Pizario y otras comunidades aguardan su llegada. .
| | Por: © Barco Hospital San Raffaele
Las manchas de óxido sobre la pintura blanca de su casco dan cuenta de los 11 años que lleva navegando ríos y mares del Pacífico. Dos cruces rojas revelan su condición de misión médica, y varios letreros indican que en el barco San Raffaele no se admiten armas. Con un pitido, la embarcación anuncia que está próxima a llegar. Mientras tanto, en las orillas, las comunidades más remotas esperan con ansias ese hospital flotante donde la tripulación viste de rosa fluorescente.
Todo comenzó en 2009, cuando con el apoyo de la ONG AISPO (Asociación Italiana para la Solidaridad entre los Pueblos) y del ex futbolista Iván Ramiro Córdoba, partieron en su primera misión. Ese año el barco hizo cuatro viajes en los que atendió a unas 5.000 personas.
Desde que entró en funcionamiento, el San Raffaele ha viajado 72 veces al litoral pacífico, atendiendo a 84.000 pacientes. Tan solo en el 2019, el año en que más veces zarpó de Buenaventura, realizó 27 misiones en las que dio atención a 24.000 personas.
“El barco es querido, apreciado por las comunidades. Ellas mismas buscan el espacio para que pueda ingresar a esas zonas tan difíciles y distantes de la región”, menciona Diego Posso, presidente del barco y creador de la Fundación Italocolombiana del Monte Tabor.
El San Raffaele ofrece atención primaria en salud (ginecología, medicina interna, planeación familiar), complementada con una mirada etnográfica de las comunidades. No solo da asistencia médica sino que aborda el tema de salud con un enfoque integral: diseña estrategias para cuidar a las personas con los líderes y lideresas de los municipios, y traza planes de apoyo a las comunidades con educadores, antropólogos, sociólogos y médicos de familia. La tripulación del barco también dicta talleres sobre temas cómo apoyo psicosocial, salud sexual reproductiva y violencia de género.
Pero en 2020, en medio de una pandemia, el coronavirus los obligó a transformar su operación y a plantear nuevos objetivos, con las necesidades reales de la población en medio de la crisis sanitaria. “La comunidad del Río San Juan nos ha pedido constantemente que la apoyemos porque sus habitantes están casi abandonados: no tienen medicamentos ni consulta médica. Si antes era difícil, ahora es casi imposible”, cuenta Posso.
Consultorio médico dentro del barco
© Barco Hospital San Raffaele
Con ese llamado de ayuda, durante 3 meses diseñaron la misión y sus objetivos. De las 33 personas que suelen viajar, irán solo 16, incluyendo a los especialistas y a la tripulación del barco, cada uno con su respectivo kit de bioseguridad.
El viaje tiene cinco paradas. La primera es Palestina, el municipio más distante, donde atenderán a las comunidades del medio y el bajo Río San Juan. Luego, el barco visitará Puerto Pizario, Cabeceras, Isla Mono, Docordó y Chachajo. Todas estas paradas fueron coordinadas con líderes de la zona.
Las paradas se definieron en una pre-misión realizada 15 días antes. Los prestadores de salud en la región hicieron un tamizaje para conocer las necesidades médicas de los pacientes, agendar citas e identificar los medicamentos necesarios para el viaje.
La misión busca que las personas no salgan de sus municipios para evitar los contagios en los cascos urbanos. Como menciona María Alejandra Vélez, profesora e investigadora de la Universidad de los Andes y miembro del semillero del pacífico de la misma universidad: “Contener el virus para que no se disperse en la zona rural es muy importante porque son comunidades que no están en capacidad de protegerse”.
El San Raffaele también busca apoyar a los prestadores de la salud de la zona. “Nosotros estamos dotando 29 puestos de salud rurales con elementos de bioseguridad. También a los hospitales públicos, porque no tienen nada. Están abandonados y eso no va a cambiar. Si nosotros no vamos, ¿quién más va a ir?”, dice Ana Lucía López, jefe de la misión, desde el barco en Docordó, segundo municipio que visitan.
Las comunidades de la zona esperan en la orilla del río la llegada del barco
©Barco Hospital San Raffaele
“El Pacífico es solo una parte del mapa para mucha gente”, dice Cristian Molina, médico general de la Universidad del Cauca, quien por primera vez viaja en el barco, luego de terminar el sexto día de trabajo. Su experiencia es una muestra de la necesidad que tienen estas comunidades.
“Ayer una paciente me decía ’donde yo vivo no llega nadie, no hay un solo médico, un solo puesto de salud’. Estaba a tres horas de Palestina y tuvo que pagar $80.000 solo para llegar al barco, para que la ayudaran”, dice Molina.
Con tan solo seis días de misión, han encontrado casos preocupantes, como el de un bebé embera de 23 días de nacido que pudo haber muerto de neumonía, de no ser porque Cristian la descubrió de manera fortuita.
“Era el primer control con médico general que tenía el bebé. La madre no hablaba nada de español, pero con ayuda de la intérprete, nos dijo que el niño tenía fiebre. Lo revisé y estaba muy mal. Tenía mucha dificultad para respirar y un alto riesgo de ahogarse y morir. Donde no estemos ese niño fallece”, cuenta Molina, con un tono de alivio.
Los médicos del barco viven historias de dolor, pero también de esperanza. “Hay que armarse de mucho valor para poder seguir y no desfallecer -dice López, directora de misión-. Lo que nos da ánimo y fortaleza son las mismas comunidades. Ver las caritas de las personas, saber que salvamos una vida: eso nos da aliento”.
El barco es una luz para los enfermos y para las comunidades. Sus tripulantes trabajan respetando sus culturas y creencias. Por eso también esperan apoyar a las parteras, a quienes han provisto de 80 kits de bioseguridad. Esperan llevar 200 más. Reconocen que las parteras tienen un conocimiento ancestral y han hecho una labor fundamental en las comunidades del pacífico colombiano, no solo al atender los partos, sino al ser el primer eslabón de la salud para los pobladores.
Como menciona Emilia Cárdenas, antropóloga de la Universidad de los Andes y miembro del semillero del pacífico de la misma universidad, “la partería es una mirada de la salud completamente holística. No se reduce a la parte fisiológica, sino del cuerpo entendido como una parte espiritual y conectada con la naturaleza”. Esa mirada, a pesar de chocar en muchas ocasiones con la medicina institucional, es defendida por la fundación. Han trabajado con 517 parteras a lo largo de los años.
El barco ha realizado múltiples talleres con parteras de la región y espera seguir con esa labor.
©Barco Hospital San Raffaele
“Lo importante es no pelear con esas prácticas, hay que respetar su conocimiento que han pasado de generación en generación, pero también explicarles lo que hacemos nosotros en la medicina occcidental para que tengan ese complemento, esas dos posibilidades” afirma Posso. En ese sentido, los médicos de la misión dictarán a las parteras un curso para que puedan identificar embarazos riesgosos.
Luego de conocer la historia del barco hospital, la Universidad de los Andes, en conjunto con el semillero del pacífico, creó la iniciativa #AlumbrandoVidas. La campaña, en la que participan tanto estudiantes cómo profesores del semillero, busca que el San Raffaele pueda obtener los recursos suficientes para suplir a 200 parteras en su próxima misión.
“La pandemia ha generado mucho miedo a desplazarse. Esos fenómenos han hecho que aumenten las cifras de los partos en casa. Salir implica una mayor posibilidad de contagiarse, y al estar visitando a tantas casas, las parteras tienen aún más riesgo de infectarse”, dice Cárdenas.
El pacífico ha sido profundamente afectado por el virus. Según el Instituto Nacional de Salud (INS), a la fecha hay 1643 contagiados en Quibdó, 1582 en Buenaventura, y 1550 en Tumaco. Si en estos municipios no hay camas de UCI, en las zonas rurales la situación es aún peor. En muchos casos el hospital más cercano está por lo menos a 5 horas en lancha.
Las comunidades en Guapi aún esperan al barco y su ayuda desde la orilla
© Barco Hospital San Raffaele
Después de este viaje, el Barco Hospital San Raffaele espera salir en más misiones, entre ellas una a Guapi, en Cauca. También estrenarán la lancha médica prenatal que consiguieron con apoyo de ECHO y la Embajada de Japón, así como el primer EMT (Hospital de campaña) en Colombia, que viene de Valencia, España. Anhelan poder utilizarlo pronto para que pueda apoyar a los hospitales en la lucha contra el Coronavirus.
A pesar de las dificultades, el barco hospital seguirá navegando como lo ha hecho desde hace 11 años. Su nombre, San Raffaele, alude al arcángel de la medicina. Por eso, el líder de la fundación, Diego Posso, dice con orgullo que el barco llevará “la medicina de Dios” a los confines del Pacífico colombiano.
Si quiere apoyar al Barco Hospital San Raffaele puede hacerlo a través de estos enlaces:
https://barcohospitalhsr.org/donaciones/
https://semilleropacifico.uniandes.edu.co/index.php/proyectos/proye-alumbrando-vidas
El proyecto es conocido como ‘La Ruta del Girasol’ y busca generar agroturismo en cinco municipios del departamento