Tres fotógrafos colombianos retrataron, cada uno a su manera y en una búsqueda experimental, los cuatro días más felices del año en Barranquilla. El resultado: un carnaval que probablemente usted no ha visto.
| El fotógrafo Charlie Cordero se enfocó en sacar de contexto a cuatro de las danzas más tradicionales de la fiesta carnavalera. | Por: Charlie Cordero para SEMANA RURAL
Qué queda por decir del Carnaval de Barranquilla. La fiesta más importante de Colombia se ha contado ya de mil y un maneras. Cuesta encontrar un ángulo original, una fotografía que te 'parta el ojo', un testimonio desafiante o una historia inédita. Cuesta, digo, pero cada año los medios aterrizamos en la arenosa con la fe de encontrarlo todo, como quien busca un tesoro sin mapa.
Este año, en SEMANA RURAL, nos propusimos contar a nuestra manera, desde y hacia la periferia, un evento del que, en apariencia, no se puede contar mucho más. Denunciamos el lío ambiental que tiene en vilo a los artesanos de las máscaras en Galapa; conocimos la historia de la reina de la cárcel de El Buen Pastor; estuvimos en las entrañas del Torito Ribereño, la danza más antigua del evento; en Sabanagrande, documentamos en video el carnaval de los ancianos y, también en video, acompañamos la primera Guacherna LGBTI de los Montes de María. Pero faltaba un ejercicio experimental.
El especial que verán a continuación es el resultado de cuatro días de trabajo de Reojo Colectivo, un grupo de cuatro fotógrafos colombianos que se instaló en la Arenosa desde el sábado 10 de febrero para develar, cada uno en su propia búsqueda, un carnaval ya conocido que a través de tres ensayos fotográficos puede redescubrirse. En estas series verán el trabajo del bogotano ANDRÉS BO, el caqueteño ANDRÉS CARDONA y el barranquillero CHARLIE CORDERO. Los tres dejan para los archivos de esta fiesta un compilado de fotos que consiguen mucho más de lo que -tal vez- se proponen, es allí donde encuentran su valor. Después de ver estos ensayos, sabemos que el carnaval no se ha contado del todo, y que el próximo año hay que volver.
[ NOTA DEL EDITOR ]
Pueden ver las tres series en orden o, si prefieren, dar clic en cada una de las siguientes imágenes para ver específicamente cada trabajo:
A mediados de los años 60, Alfonzo Navarro, primo del legendario picotero Concepción Hernández, regresó de luchar en la guerra de Corea, estaba herido en una pierna que después le amputaron.
Los amigos llamaron a Alfonso EL COREANO, y junto a Concepción bautizaron así a la gigantesca maquina con la que hacían fiestas por todo el sur de Barranquilla. Ese vibrante cajón lo perpetúa la pintura que recuerda a películas como Apocalipsis now o Full metal Jacket. El artista es William Gutiérrez, quien para esa época ya era toda una leyenda por sus pinturas realistas.
“Este es el carnaval del pueblo, estos son los orígenes del carnaval, donde todo era gratis, no es el de la 40, es el carnaval de soledad y alrededores. El carnaval de la gente de a pie”, Ítalo Gallo, Barranquilla 2018. | A.B.
Cuando Concepción falleció en 1979, Dagoberto, uno de sus hijos, continúo el legado asociado con Ítalo Gallo, el reconocido electricista y constructor de picos en la Costa Caribe.
“Dago no aguanto el voltaje y se retiró a los años, yo le pedí permiso para continuar con el nombre de El Coreano y así continuo” Ítalo Gallo.
ÍTALO JR. creció entre la verbena, los cables y las maquinas. Desde niño fue conociendo sobre la música africana y la salsa, que era lo que más sonaba en sus épocas doradas. Durante los años 90 cambió la dinámica y la estética del picó, entonces el show era con animador, show laser y grandes torres de sonido intervenidas por los clásicos de la pintura como Alberto Alcur.
“Durante esa época tuvimos muchos problemas, porque la música que estábamos poniendo llamaba mucho pelado de pandilla, entonces los combos se encontraban allí en el baile y terminaban en líos. La policía lo catalogo como un problema social de la ciudad y allí llegó la prohibición, pero cuando empezamos a retomar los picó de caja con los vinilos y la música clásica africana, muchos sectores culturales de la ciudad se empezaron a interesar y apoyar. Actualmente existen muy pocos bailes, es costoso tener los permisos y los requerimientos. Ya no es como antes, pero revivió”.
ÍTALO GALLO JR.
El vinilo lleno de colores fluorescentes se riega por las rendijas de los picós y va formando a El Coreano. También ha hecho al Solista, a El Gran Che’, ‘El Gran Pijuán’, ‘El Rojo’ y ‘El Melódico’. Su técnica viene de Alsanders, uno de los dos legendarios pintores picós, junto a Belimastth. Es William Gutiérrez, uno de los pintores más destacados de la actual escena picoteril, desde su taller-casa ubicado en El Barrio Santo Domingo.
“Este es el carnaval del pueblo, estos son los orígenes del carnaval, donde todo era gratis, no es el de la 40, es el carnaval de soledad y alrededores. El carnaval de la gente de a pie”.
ÍTALO GALLO JR.
En el barrio o en la calle, ahí es el origen del Carnaval de Barranquilla. En esta tradición inmaterial se necesita contar lo intangible, lo extraño, lo oculto. Ahí donde el barranquillero, desde su cotidianidad, utiliza su cuerpo como un instrumento y encarna con trajes y maquillaje a un personaje que levanta a la ciudad a ritmo de fandangos, cumbias y garabatos.
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Los rostros de los HABITANTES DE CALLE en Sabanalarga, Galapa, Soledad y otros municipios del Atlántico, se transforman para estas fechas en monocucos, animales, marimondas, congos y cumbiamberas. Antes de salir a la calle se preparan como en un ritual, es su pretexto para celebrar una tradición que los aisla de su realidad, que se parece a un sueño, a un hogar.
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Este ensayo fotográfico pretende hacer una exploración visual a la esencia del Carnaval de Barranquilla: el disfraz. El disfraz y su mito, el disfraz y la relación con su lugar de origen, el disfraz y la relación con el danzante y la trasformación danzante-personaje.
Esta búsqueda se realiza a través del acercamiento a cuatro de las danzas más tradicionales de la fiesta. La danza de los micos y micas costeños de Soledad, Atlántico; Selva Africana de Galapa, Atlántico; La danza de los Diablos Arlequines de Sabanalarga, Atlántico; La danza de los goleros de Sabanalarga, Atlántico y Las farotas de Talaigua, Bolívar.
La idea era poner en contexto las danzas y sus disfraces reconociendo sus figuras, contornos, colores y texturas identificando su procedencia rural o periférica y al individuo que la personifica y transforma. Todo aquello lejos de los acercamientos comerciales y publicitarios diseñados en forma de desfile-vitrina, donde se determina lo que se tiene que ver y lo que tiene valor para ser documentado.
Este proyecto también ha sido el resultado de una búsqueda personal sobre las nuevas formas de mirar y narrar el Carnaval de Barranquilla desde una perspectiva de documentalismo contemporáneo que pretende hacer una interpretación personal, un comentario visual subjetivo sobre la fiesta, sus orígenes y tradiciones. Más allá de los desfiles de la Vía 40.
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POR: REOJO COLECTIVO
IG: @reojocolectivo
Es un colectivo conformado por 4 fotógrafos colombianos enfocados en el uso de la fotografía documental como herramienta para contar historias. Estos 4 jóvenes se juntan con el propósito de sumar esfuerzos desde lo colaborativo para visibilizar las historias y problemáticas del país desde lo local. Cada uno trabaja en una región diferente, desde la Guajira hasta el Caquetá, pasando por Medellín y Bogotá. Las temáticas más comunes en sus obras son: víctimas del conflicto, grupos armados, comunidades indígenas y campesinas, comunidad LGBTI, conflictos urbanos, uso de la tierra, entre otros. Su ideal es crear espacios de reflexión alrededor de la fotografía documental pensada desde lo local, donde las historias que están fuera de la agenda de los grandes medios. Hacen uso de diversas plataformas, desde exposiciones, publicaciones conjuntas, fotolibros, multimedia, capacitación y enseñanza de la fotografía.
SEMANA RURAL publica la serie ganadora del Premio Nacional de Fotografía: un trabajo inédito donde se evidencia la tensión entre la vida que llegaba del campo a Bogotá y los bogotanos de la época.