Una ruta aventurera y ecológica por una vereda de Florencia

July 20 de 2018

La reserva natural La Avispa, en zona rural de la capital caqueteña, es el hogar de anfibios, mariposas y plantas propias de la Amazonía. Ofrece, además, actividades extremas.

Una ruta aventurera y ecológica por una vereda de Florencia

| La Avispa le debe su nombre a la cascada que se encuentra en lo profundo de la reserva. | Por: José Puentes Ramos


Por: José Puentes Ramos
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Florencia tiene la suerte de situarse en el piedemonte amazónico. Gracias a esto, la capital de los caqueteños cuenta con amplios bosques, ríos y reservas naturales. Sitios como el río Orteguaza, las cascadas de El Danubio, la quebrada El Silencio, el río Hacha, el balneario natural Las Pailas y la reserva La Avispa. Este último lugar lo visité porque su nombre genera curiosidad. ¿Estará lleno de insectos zumbando? ¿Tendrá alguna roca en forma de avispa? ¿Habrá cientos de nidos repletos de esta especie?

Nada de lo anterior. “El nombre se lo puso la comunidad ”, cuenta Daniela Chaparro Marín, administradora de la reserva. “Hay uno que otro nido de avispas, pero ellas no atacan. Solo las vemos volar ”. La Avispa queda en la vereda La Holanda, en zona rural de Florencia. Son 232 hectáreas de bosque y quebradas. Hace 20 años, los florencianos no visitaban la zona por temor al conflicto armado. Incluso la familia de Chaparro, quien es dueña del terreno, decidió no volver. Pero la seguridad de la región mejoró y retornaron. Ahora impulsan la reserva como uno de los puntos ecoturísticos de Caquetá.

 

 

Para llegar a La Avispa se toma la vía Charco Azul, una variante de la carretera hacia el municipio de Morelia. El recorrido desde el centro de Florencia hasta la reserva no tarda más de 30 minutos. Los buses públicos no prestan su servicio hacía ese sector, pues no hace parte del perímetro urbano. Por eso hay que movilizarse en vehículo particular. Quizá un taxi los pueda llevar, aunque por una tarifa alta.

Lo primero que se ve en la reserva es una finca. Es donde Chaparro y Luis Miguel Murcia, otro administrador de La Avispa, reciben a los visitantes. Ambos dan las instrucciones antes de comenzar el recorrido. Recomiendan vestir ropa ligera (que sea de secado rápido), calzar tenis o botas de caucho, portar bloqueador y cargar agua. También piden no arrojar basuras en los senderos o dañar la vegetación. Que la huella de la visita en el ambiente sea mínima.

 


‘Beso de negro’ es una planta típica de la Amazonía colombiana. 
Foto: José Puentes Ramos. 


 

 CON EL PERMISO DE LA NATURALEZA 

 

El primer tramo de la reserva consiste en pasar por un potrero y cruzar la quebrada La Holanda a través de un puente colgante de madera. El camino conduce a un espeso bosque. Las sombras de los árboles nos protegían del sol. Quizá nos encontrábamos a 30 o 32 grados. Luis se detuvo. Quería explicarnos la importancia del ecosistema que estábamos recorriendo. “Esta es una flor típica del Caquetá y la Amazonía. Es la heliconia. ¿Por qué es representativa de acá? Por sus llamativos colores (rojo y amarillo) ”, dice. Además de manejar La Avispa y de guiar a los turistas, Luis es biólogo.

Mal contados, fueron 15 minutos de caminata por el bosque. Puede que hayan sido más tiempo porque parábamos cada vez que veíamos plantas llamativas. Entonces, adhiramos otros 10 minutos. Hubo una flor a la que fotografiamos bastante por su rareza: la psychotria poeppigiana, también conocida como ‘Beso de negro’. Sus pétalos tienen forma de labios y son rojos. Completamente rojos.

Nos detuvimos de nuevo, pero esta vez fue en la quebrada La Avispa. Metimos los pies al agua. Estaba fría y nos llegaba hasta las rodillas. Daniela y Luis me tomaron de las manos e hicimos un circulo. “Antes de continuar con el recorrido, vamos a pedirle permiso a la naturaleza para que nos deje entrar. Esto lo hacemos con todos los turistas ”, comenta ella. Cerramos los ojos. Luis es el que hace el pedido, con el compromiso de no dañar el bosque o la quebrada con nuestra visita.

 

La propuesta ecoturística en La Avispa incluye incentivar a los visitantes a que cuiden este ecosistema. Foto: José Puentes Ramos. 


 

Seguimos caminando. Esta vez tratando de no hacer pausas, pero fui imposible. Unos monos tití saltaban de árbol en árbol y el sonido de las ramas sacudiéndose nos distrajeron. Paramos brevemente para verlos a lo lejos. Después, varias mariposas azules se cruzaban en el camino. Luis me explicó que el nombre científico de esa especie es morpho azul. “También son típicas del Caquetá”.

La reserva La Avispa tiene importancia ambiental para Florencia. La Universidad de la Amazonía adelantó recientemente un inventario biológico allí y encontró más de 80 especies vegetales y 20 de ranas, entre ellas la Ameerega ingerí. Es pequeña, de manchas azules y no es venenosa. No existe mucha información acerca de este anfibio. Se sabía de su existencia en Belén de los Andaquíes, pero no en otras partes de Caquetá. “En una noche, los investigadores encontraron tres individuos de esa especie. Eso también nos motiva a seguir cuidando el lugar ”, agrega Luis.

 

Foto: José Puentes Ramos.


 

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 LA AVISPA Y EL AVISPÓN 

 

Seguimos el cauce de la quebrada. Nos condujo hasta la cascada de La Avispa, una caída de 45 metros de agua cristalina. Tan limpia que se puede beber. De inmediato nos lanzamos a la piscina natural que se forma al final. Pero si continuamos caminando encontramos El Avispón, una caída de agua más grande (55 metros) con toboganes formados por piedras lizas. Son lugares ideales para practicar torrentismo o canyoning, dos planes extremos que implican destreza para descender y superar obstáculos como grandes rocas, cañones y pozos. 

Aquí hemos traído a niños de 6 años y adultos de hasta 72 años. De hecho, un señor de 72 bajó La Avispa como uno de nosotros ”, recuerda Daniela mientras señala el equipo para practicar torrentismo. Los dos administradores de la reserva están capacitados en la práctica de actividades de aventura.

Duramos un rato más en la piscina de La Avispa antes de regresar a la finca. Tomamos el mismo camino por el que ingresamos. El tiempo de mi visita no alcanzó para subir hasta El Avispón, ver a la rana exótica de la que me habló Luis o recorrer otros senderos. Gracias al bosque por permitirme entrar. Volveré.

 

 

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 ¿CÓMO LLEGAR? 

 

No hay rutas de transporte público hacia la reserva. Las mejores opciones son movilizarse en vehículo particular o contratar un taxi. Si deciden la segunda, tenga en cuenta que el conductor cobrará una tarifa especial, pues estaría trabajando fuera del perímetro urbano.


 

 ¿QUÉ LLEVAR? 

 

Ropa ligera, tenis o botas de caucho, bloqueador solar, toalla, traje de baño e hidratación (agua o la bebida que prefieran). Si piensan llevar comida, no olviden empacar una bolsa para botar los residuos.


 

 ¿DÓNDE COMER? 

 

La Avispa no tiene servicio de restaurante. Sin embargo, los administradores pueden mandar a preparar algún plato si se avisa con tiempo. La finca es productora de especies menores (gallinas y cerdos). El precio se acuerda dependiendo el número de visitantes.


 

 ¿A QUIÉN CONTACTO PARA RESERVAR? 

 

Se puede visitar La Avispa todos los días, pero para ingresar se debe reservar con dos días de anticipación. Si piensan ingresar en grupo tengan en cuenta que:

 

- Para caminatas: se admiten hasta 20 personas.

- Para los planes extremos: máximo 10 personas y 5 como mínimo.


 

Los precios de las actividades están entre los 40.000 y 200.000 pesos. Contacten a Daniela Chaparro o a Luis Miguel Murcia a los teléfonos 3102582488 y 3123702527. También puede escribirles un correo electrónico a reservaavispa@gmail.com.

 





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Semana Rural. Un producto de Proyectos Semana S.A. financiado con el apoyo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) a través del programa de Alianzas para la Reconciliación operado en Colombia por ACDI/VOCA. Los contenidos son responsabilidad de Proyectos Semana S.A. y no necesariamente reflejan las opiniones de USAID o del gobierno de Estados Unidos.