¿Qué hay detrás de la guerra entre Pelusos y la disidencia de las Farc en el Cauca?

February 22 de 2019

Campesinos del norte del departamento están alarmados por los constantes choques entre grupos armados. Control de siembra y rutas del narcotráfico aumentó la violencia. Líderes sociales, en medio de amenazas y presiones.

¿Qué hay detrás de la guerra entre Pelusos y la disidencia de las Farc en el Cauca?

| Las montañas de Corinto, en el norte del Cauca, se convirtieron en el centro de esta disputa. Por temor a los enfrentamientos, una parte de la población decidió salir del territorio. | Por: Semana.com


Por: Gerardo Quintero
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“Menos mal que febrero solo tiene 28 días”, así quiere significar Vladimir Biscué, un campesino y líder social que vive en el sector conocido como El Crucero, parte alta de Corinto, el terrible mes que han padecido en esta zona del Norte del Cauca. Desde el primer día de este mes, recuerda el líder campesino, se tuvo el presentimiento de que febrero no iba a pintar bien para el departamento. Los meses anteriores no fueron precisamente tranquilos, pero es que allí han ocurrido cosas que desde “que las Farc se daban plomo con el Ejército” no pasaban.

Todo comenzó el viernes 1 de febrero. Biscué recuerda que a El Crucero y San Pedro comenzaron a llegar varios hombres armados que luego se enfrentaron con integrantes de una disidencia de las Farc, la llamada Columna Móvil Dagoberto Ramos. Los primeros tiros de fusil alertaron a la población que se refugió en sus casas, como lo hacía en el pasado. Pero lo peor fue que durante una semana estuvieron bloqueados. “No se podía salir de las fincas, no había forma de mandar los niños a la escuela, la gente se sentía presa”. Nada se movía en esta zona alta de Corinto. Ambos grupos armados se amenazaban e impedían cualquier movimiento. Ante el riesgo de que los combates se intensificaran y las balas y morteros pudieran llegar hasta las casas, cerca de 300 personas se marcharon. 

Esta disidencia de las Farc ya es conocida en la zona. Se trata de un grupo que no se acogió al acuerdo de paz y ahora se mueve en la zona norte del Cauca tratando de recuperar control territorial y asegurar rutas del narcotráfico. Pero lo que más sorprendió, en estos últimos meses, fue la vehemencia de un -cada vez más organizado- grupo armado que, dicen algunas fuentes militares, pertenecería al EPL: los ‘Pelusos’. Se describe como una facción criminal que estaría haciendo presencia en el Cauca desde hace un tiempo, pero que al enfrentarse de manera directa con la disidencia de las Farc quiere mostrar una estructura para el combate que no había enseñado en el pasado.

 

© Defensoría del Pueblo.

Romelia Ley, una mujer que vive en esta zona, relató entre sollozos que su hijo intentó bajar hacia el pueblo, fue interceptado por uno de estos grupos y posteriormente asesinado. “Mi hijo Werner me dijo que pegara pa'bajo, mientras él sacaba la camioneta que teníamos. Yo le rogué que se fuera conmigo, pero no quiso. Luego como a cien metros le cerraron el paso, le quemaron el carro y allí lo mataron junto con un amigo de él. Esto es muy horrible, tenemos mucho temor, nos sentimos amenazados, qué tristeza todo eso”.

La Defensoría del Pueblo enfatizó que esta situación había sido advertida a través de una de las alertas tempranas emitidas en las que se avizoraba que podía haber un enfrentamiento entre grupos armados ilegales.


 

“Este es un evento que se veía antes en Colombia, pero ahora lo vemos en la parte alta de Corinto. Lo que están viviendo estas familias es la violencia de dos grupos: disidencia de las Farc y EPL, por el negocio del cultivo de hoja de coca. Pero no podemos seguir viendo que los colombianos nos asesinamos entre nosotros, basta ya”, advirtió Carlos Negret, defensor del Pueblo.

A pesar de los llamados, los enfrentamientos continúan. El pasado 12 de febrero la comunidad informó sobre enfrentamientos armados en la zona rural de San Pablo y El Playón, también en Corinto. La tensión ha llegado también a municipios vecinos como Miranda, Toribío, Jambaló y Caloto. Voceros de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, ACIN, manifestaron su temor de que estos hechos escalen a un estadio incontrolable.

 


«Es preocupante la situación de orden público y desarmonía comunitaria que se presenta en la comunidad indígena de Corinto. Durante los últimos días de enero y los inicios de febrero se han presentado confrontaciones entre los grupos armados ilegales entre los del EPL y las disidencias de las Farc por el control territorial»

Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN)


 

Asimismo, sostienen que debido a que las comunidades están intentando mantener el control territorial, están ahora la mira de los grupos violentos. Las fuentes contaron a SEMANA RURAL que el pasado 4 de febrero la comunidad de la Vereda El Boquerón, en Corinto, instaló un puesto de control y una camioneta con integrantes de las disidencias de las Farc siguió de largo, dañó una moto y no respetó el puesto. Más abajo fueron retenidos por la comunidad, que los persiguió, y al verse rodeados dispararon contra los miembros de la guardia indígena, uno de ellos resultó herido. Seis personas fueron procesadas de acuerdo con las leyes indígenas, pero esos hechos ya derivaron en nuevas amenazas contra la comunidad. “Estamos en medio de dos fuegos. La situación es muy tensa”, indicó un líder indígena que prefirió omitir su nombre por temor a represalias.
 

Narcotráfico, el motor de la guerra

Todo indica que 15.960 hectáreas sembradas de coca en 16 municipios del Cauca son el ‘tesoro’ por el cual los Pelusos, el ELN y la disidencia de las Farc están llenando de sangre nuevamente las montañas del departamento.  “La disputa tiene que ver con los cultivos, manejo de territorio amplio, seguridad para moverse y hacer los negocios. Las amenazas son prácticamente semanales contra la guardia indígena, líderes campesinos. Mucha gente ha tenido que salir hacia las zonas urbanas", explica Vladimir Biscué, un líder que se mueve en las veredas de la zona alta, pero que ha tenido que restringir sus visitas por temor a enfrentamientos.

Biscué asegura que para la ‘ruta de escape’, como la han denominado, están haciendo un mapeo de casetas comunales, escuelas y canchas cubiertas en veredas y corregimientos. Y están nombrando entre los campesinos unos promotores de derechos humanos para que sean ellos quienes dirijan a la población en riesgo. La guerra ha vuelto, de eso no hay duda.

Aunque la presencia de las Farc en la zona es histórica, de lo que no se tenía certeza hasta ahora era de que el EPL o ‘Pelusos’ estuvieran disputando el territorio con la disidencia y con el ELN. La aparición a mediados de enero de cuatro personas muertas en zona rural de Jamundí, Valle del Cauca, un municipio que colinda con el norte del Cauca, evidenció que los ‘Pelusos’ venían con una apuesta de terror.

Las autoridades dicen sobre ese caso que las personas asesinadas al parecer se negaron a pagar una vacuna. Una fuente explicó que la presencia de esta facción del EPL en la zona tiene que ver con la intención del grupo de quedarse con una parte de la tajada que dejaron las Farc después de desmovilizarse tras el acuerdo de paz.

Por otro lado, su accionar en zona rural de Jamundí se explica en cuanto este municipio conecta con el norte del Cauca y fácilmente se puede llegar hacia el río Naya y luego tomar hacia al Pacífico por Buenaventura. Las autoridades dicen que desde hace por lo menos dos años se tiene conocimiento de que el EPL estaba rondando la zona, pero ha sido este año cuando realmente han dejado la estrategia de bajo perfil debido a los enfrentamientos con la disidencia, amenazas y asesinatos de líderes indígenas y comunitarios.
 

Los cultivos ilícitos siguen siendo el motivo principal por el cual los grupos armados se disputan las tierras.© Cortesía El País


«Los datos son sencillamente escalofriantes. Cada día ocurren 0,7 agresiones, o lo que es lo mismo, casi que una agresión por día. Y cada cuatro días ocurre un homicidio de un líder social desde hace dos años. Tres son los departamentos más afectados, Cauca, Antioquia y Valle del Cauca»

Fundación Paz & Reconciliación informe 'Cómo va la Paz'.



 

La alerta la ratifican líderes como Gustavo Ulcué, integrante de la organización Somos Defensores, quien advierte que el año pasado ellos pudieron confirmar el asesinato de 29 líderes sociales en el Cauca y 72 agresiones entre las que se encuentran amenazas, atentados y una desaparición. Otras fuentes como la Fiscalía General de la Nación y la Defensoría del Pueblo tienen reporte de 35 líderes asesinados el año pasado, lo que pone a esta región como el departamento con mayor número de homicidios seguido de Antioquia con 24.

Ulcué señala que a la luz de los reportes que ellos han podido conseguir la confrontación está muy marcada. En el norte del Cauca los que se están disputando el terreno son los ‘Pelusos’ y la disidencia de las Farc y al sur hay enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las Farc. El común denominador es, nuevamente, el control de los cultivos ilegales y las rutas del narcotráfico.
 

‘Pelusos’, copando espacios

Otros analistas consultados sumaron un elemento para tener en cuenta. Es muy probable que el movimiento del EPL hacia esta zona del país tenga que ver con los negocios que este grupo armado adelanta con el cartel mexicano de Sinaloa.

Los Pelusos han tenido históricamente gran presencia en el Catatumbo. De hecho, en esa zona se disputan el control del narcotráfico con el ELN. Luego de que las autoridades dieron de baja en el 2015 a ‘Megateo’, su líder, se pensaba que este grupo conformado por cerca de 400 hombres iba a entrar en declive. Pero la realidad es que mantuvieron su estructura y, por el contrario, se han extendido, como lo demuestra su impulso en el Cauca con un estimado de cien integrantes.

Las fuentes advierten que tras la captura de alias El Loro, que era el puente con el cartel de Sinaloa, es probable que la estrategia haya sido moverse hacia el Pacífico teniendo en cuenta que los carteles están enviando sus emisarios a los departamentos de Nariño, Cauca y Valle para que negocien directamente con quien esté controlando las rutas de salida de narcóticos.  De ahí que los enfrentamientos se hayan agudizado, al igual que las amenazas, ya que los grupos armados ilegales estarían intentando quedarse con todo el mercado del narcotráfico y de paso eliminar a sus oponentes.

En esa violenta disputa están quedando en medio del fuego los líderes indígenas, campesinos y también los que decidieron apostarle al proceso de sustitución de cultivos que incentivó el anterior gobierno durante los acuerdos de paz con las Farc.

Recientemente, campesinos cultivadores de coca organizados en la Coccam manifestaron su preocupación por el deficiente desarrollo del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (Pnis) y la situación crítica que atraviesan los líderes promotores de la sustitución de cultivos ilícitos. Las cifras que maneja la Coordinadora Nacional de Cultivadores de Coca, Marihuana y Amapola, Coccam, no son muy alentadoras. Apenas el 33% de las 99.096 familias que se inscribieron en este proceso han recibido apoyo. A esta preocupación se suma que quienes han liderado la implementación del Pnis están siendo amenazados y desplazados de sus territorios. Por lo menos 50 líderes de sustitución de cultivos fueron asesinados entre el 2017 y 2018, aseguran sus voceros.

 

Carlos Negret, defensor del Pueblo, visitó recientemente el norte de Cauca para evidenciar la tensa situación de seguridad.  © Defensoría del Pueblo.


 

Vladimir Biscué, el líder social de Corinto, lo ejemplifica de la siguiente manera: “La esperanza de que esos grupos nos respetaran era que se pudiera avalar en programas de sustitución.  1.300 familias se inscribieron en Miranda, pero solo el programa viene cumpliendo a 340 familias, las demás se han quedado esperando a pesar de que manifestaron su decisión de querer sustituir, igual pasó en Corinto, 1500 familias se inscribieron, pero aquí no se ha avanzado con ninguna. Está latente la amenaza de que van a erradicar. No avanzaron a esos programas de sustitución y empezaron a llegar estos grupos a ejercer presión, aparecieron los muertos, las amenazas, en fin, la situación se ha salido de control”.

Un investigador de una reconocida ONG que frecuenta de manera permanente la zona advierte que, en cualquier caso, no todo se puede reducir a un problema de cultivos pues también se debe a un complejo obstáculo en la propiedad y el uso de las tierras. “Con todas las condiciones climáticas y productivas de estas tierras no solo se quieren para sembrar coca. Hay problemas por la tenencia y antes eso no era tan visible. Como investigador me preocupa porque los gobiernos no quieren comprometerse y falta presencia institucional. El norte del Cauca está en una situación terrible porque ni siquiera la Fuerza Pública está haciendo grandes despliegues. El Plan Orus, que era la gran estrategia de intervención en estos territorios, no ha obtenido resultados tan evidentes. Lo que está pasando en el Cauca es una atomización de varios fenómenos de violencia y tiene unas particularidades dependiendo de la zona del departamento”, precisó el analista.

Mientras se multiplican las alertas, continúa la violencia a cuenta gotas. Dos semanas después de la pesadilla en la parte alta de Corinto, de nuevo el ruido de los fusiles rompió la calma de estas montañas.

Ricardo Cifuentes, secretario de Gobierno del Cauca, confirmó que un integrante de Los Pelusos murió en combates entre este grupo y miembros de las disidencias de las Farc. Para el funcionario la disputa no es solo por las plantaciones de coca sino sobre todo por el control de las actividades de siembra, recolección y transporte de la marihuana conocida como ‘creepy’, una variante modificada genéticamente que fue creada en esta zona del país y es siete veces más potente que la tradicional.

La Policía en esta zona del país diariamente decomisa un promedio de 50 kilogramos de este tipo de marihuana. De acuerdo con información de las autoridades, en lo que va corrido de febrero las incautaciones de marihuana ‘creepy’ suman tres toneladas. Por eso los investigadores no dudan que detrás de la confrontación entre ‘Pelusos’ y disidencias de las Farc en zonas como El Playón, El Crucero y la Laguna de Corinto está presente el control de la siembra y comercialización de este potente alucinógeno.

Las cifras son contundentes. Un kilógramo de ‘creepy’ en Colombia puede costar cien mil pesos, pero cuando se expende al menudeo su valor se triplica. Sin embargo cuando se logra poner ese mismo kilo en el exterior las ganancias ascienden a quince millones de pesos. De ahí que las incautaciones en el exterior se hayan multiplicado como en el caso de Panamá, donde en noviembre del año pasado la DEA y el Servicio Aeronaval de ese país interceptaron una lancha pesquera en la iban cinco colombianos con 2,123 kilos de marihuana, una de las mayores incautaciones en el país vecino. De hecho, en el 2017, las autoridades panameñas decomisaron 84 toneladas de alucinógenos, en su mayoría provenientes de Colombia, cifra récord en esa nación centroamericana.

La tensión está en su punto máximo y muchos líderes como Biscué temen que la situación se agrave en la medida que no se pronostican soluciones prontas y a que se acercan las elecciones municipales. “siempre creímos que con el proceso de paz con las Farc esto iba a cambiar, pero lo que nunca imaginamos era que se iba a poner peor”.

 


Por: Gerardo Quintero| Editor nacional

@Gerardoquinte


 





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