Aunque más de 86.000 familias han recibido beneficios por las 1.444 alianzas productivas concretadas entre los campesinos y el gobierno, estos mecanismos solo continúan cuando hay incentivos de por medio. El próximo 30 de octubre, en la Primera Gran Cumbre Colombia Rural, expertos debatirán cómo llevar estos esquemas asociativos a un nuevo nivel más eficiente.
| La productividad del campo colombiano está estancada hace más de 20 años. | Por: Jhon Barros
En el inicio del nuevo milenio, varios países de América Latina, incluido Colombia, empezaron a promover esquemas de alianzas para aumentar la productividad, rentabilidad de la producción y competitividad del campo, una articulación entre comunidades rurales, sector privado y Estado que pretendía generar un nuevo instrumento de desarrollo territorial.
Las alianzas productivas y esquemas de asociatividad nacieron con el fin de permitirle a los pequeños productores organizados acceder a mercados con menores costos de transacción y comercialización, además de construir una capacidad empresarial y acceder a mecanismos de financiación, innovación y tecnología.
En Colombia, estos esquemas arrancaron en 2002 por medio del Proyecto de Apoyo para las Alianzas Productivas (PAAP) del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, una iniciativa que ha beneficiado a 86.524 familias rurales distribuidas en 141.000 hectáreas del territorio nacional.
Aunque más de 86.000 familias rurales han recibido beneficios de las alianzas productivas del gobierno, estos esquemas no se sostienen cuando terminan los incentivos. ©Jhon Barros
86.524 familias rurales, distribuidas en 141.000 hectáreas del territorio nacional, han recibido beneficios de las 1.444 alianzas productivas concretadas por el gobierno nacional.
En los últimos 16 años, el gobierno colombiano y los campesinos lograron concretar 1.444 alianzas productivas, que han contado con una inversión superior a los 1,6 billones de pesos. El aporte del Ministerio de Agricultura para cada alianza no superó el 40 por ciento y el dinero restante fue financiado por los productores rurales (mínimo 30 personas por alianza), organizados a través de asociaciones, cooperativas, estructuras híbridas, compañías privadas y estructuras multinivel.
Según la entidad, con estas alianzas productivas el pequeño productor logra un acceso más estable a mercados, aumenta su ingreso y mejora la seguridad alimentaria. El sector privado, como socio comercial de las alianzas, reduce los costos de transacción por la obtención de productos o insumos de calidad, acorta la cadena de suministro y establece relaciones comerciales duraderas.
Por su parte, los productores pequeños organizados y las empresas del sector privado han consolidado negocios inclusivos y alianzas productivas para integrarlas a sus cadenas de valor. Entre las más destacadas, que cuentan con el apoyo del Consejo Colombiano para el Desarrollo Sostenible y el Servicio Holandés de Cooperación, están las iniciativas de Natura, Alpina, Indupalma, Compañía Nacional de Chocolates, Federación Nacional de Cafeteros, Casa Luker, Promigas, Bancolombia y Pavco.
La Misión para la Transformación del Campo indica que estos modelos muestran beneficios y capacidad de brindar paquetes integrales a los pequeños productores, “quienes cuentan con asistencia técnica de primera categoría, asesoría para sembrar, promoción de los esquemas asociativos y comercialización garantizada de sus productos en condiciones favorables”.
Las alianzas productivas solo funcionan cuando hay incentivos económicos de por medio. La Gran Cumbre Colombia Rural pretende darle un nuevo enfoque a estos mecanismos. ©Jhon Barros
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No son suficientes
A pesar de los resultados positivos que muestran estos modelos, existen varias limitaciones y vacíos que dificultan una mayor cobertura y beneficio en el campo, como la falta de interés de los beneficiados cuando no hay incentivos económicos de por medio o el poco acompañamiento.
Ante esto, SEMANA RURAL, en la primera Gran Cumbre Colombia Rural: innovación, seguridad y desarrollo, que se llevará a cabo el próximo 30 de octubre en Bogotá, invitó a varios expertos y analistas para repensar el modelo de las alianzas productivas y los mecanismos de asociatividad, con miras a llevarlos a un nuevo nivel que resuelva las limitaciones persistentes y permitan que muchos más hogares rurales accedan a sus beneficios.
Alan Bojanic, representante de la FAO en Colombia; Santiago Tobón, experto en desarrollo rural; Luz Díaz, experta del Banco Mundial; Jens Mesa Dishington, presidente ejecutivo de Fedepalma; Marcel Regis, presidente de Bavaria; Jon Bilbao, presidente de Monómeros; Adriana Senior Mojica, CEO de la Corporación Colombia Internacional; Juan Fernando Valenzuela, de la Compañía Nacional de Chocolates; y Gabriel Jaramillo, del proyecto altillanura y ganadero; harán parte del panel Alianzas productivas y asociaciones: generación de valor en el campo.
Los esquemas de asociatividad en el campo aún no son consistentes. Solo 30 por ciento de los agricultores ha hecho parte de alguno de estos mecanismos. ©Jhon Barros
«Colombia tiene una historia importante de alianzas productivas, pero es momento de revisar los casos de éxito y pensar en una versión 2.0»
Paula Acosta, gerente de la Unidad de Innovación Social de SEMANA.
Estudios muestran que los hogares rurales que participan en estas alianzas no mantienen su participación si no hay incentivos temporales. Además, requieren de un acompañamiento constante para obtener mejores resultados y más perdurables.
“Esto nos lleva a cuestionar cuál debería ser el modelo de incentivos públicos adecuado para que las alianzas productivas pasen de programas de subsidios directos a iniciativas de inclusión productiva”, apuntó Paula Acosta, gerente de la Unidad de Innovación Social de SEMANA.
Otra falencia es que la asociatividad y las alianzas solo han abarcado el desarrollo del sector agropecuario, por lo cual “podría revisarse la forma de implementar estos esquemas en otras actividades económicas como el turismo o la agroindustria en pequeña escala. Es pertinente evaluar el rol de las autoridades y la institucionalidad local en estas formas de organización. Colombia tiene una historia importante de alianzas productivas, pero es momento de revisar los casos de éxito y pensar en una versión 2.0”, anotó Acosta.
En cuanto a la política pública, la gerente de la Unidad de Innovación Social de SEMANA considera que persiste un vacío frente a la promoción de asociaciones de productores. “Las alianzas parten de un mínimo de productores asociados. Llegar a la conformación de ese grupo es un proceso complejo que requiere de apoyo y acompañamiento. Es necesario revisar cómo desde la política pública y la responsabilidad de socios comercializadores o agroindustriales privados, es posible brindar apoyo para el fortalecimiento y desarrollo de las formas asociativas básicas que existen”.
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Las alianzas productivas y esquemas de asociatividad son necesarios para impulsar el desarrollo del campo. ©Jhon Barros
Santiago Tobón, experto en desarrollo rural y quien moderará el panel de alianzas productivas, manifestó que la productividad en Colombia está estancada hace 20 años, y que solo cuatro productos se destacan por su rentabilidad: café, flores, caña y banano.
“El reto está en entender por qué unos cultivos son rentables y otros no. La asociatividad en el país es débil, solo presenta modelos sostenibles para pocas experiencias y es concebida para asegurar la compra de los productos. La ruralidad no es una sola: es clave entender la realidad territorial y sus diferentes lecturas”.
Entre tanto, Alan Bojanic, representante de la FAO en Colombia, apuntó que debe empezarse a hablar de desarrollo rural y no solo de desarrollo agropecuario. “Esto incluye negocios inclusivos para que los campesinos puedan beneficiarse y promover emprendimientos e iniciativas, y así convertirlas en pequeños negocios sostenibles. Es necesaria una inclusión social, equidad y justicia que promuevan los derechos que hay en el campo. Una gran carencia es que seguimos con la asistencia técnica del siglo XX”.
Se llama Tu Plaza y durante el Paro Nacional ha sabido sortear los bloqueos para que los campesinos del Valle del Cauca puedan vender sus productos y los hogares de Cali logren abastecerse