Día Mundial De La Mujer Rural | La fémina resistencia ante proyectos hidroeléctricos

October 15 de 2019

Diferentes colectivos de mujeres articulados en el movimiento Ríos Vivos viven en función de permanecer en sus territorios a pesar de que los proyectos hidroeléctricos acabaron, según dicen, con la minería artesanal, la pesca y varios cultivos..

Día Mundial De La Mujer Rural | La fémina resistencia ante proyectos hidroeléctricos

| | Por: Archivo particular


Por: SEMANA RURAL
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Cuentan las mujeres de esta historia, en el bajo Cauca Antioquieño y en bordes del río Sogamoso, que los hombres se fueron de las veredas en busca de oficios nuevos porque los proyectos, como les dicen indistintamente a Hidroituango e Hidrosogamoso, les arrebataron la pesca y todo oficio tradicional relacionado con el río.

Las mujeres y los niños se quedaron en sus veredas y, desde entonces, la forma de vida en el lugar donde habían nacido cambió.

Antes de que el corregimiento Oro Bajo, en Sabanalarga, se fragmentara por cuenta de esas megaobras, recuerda Acened Higuita, las familias llegaban para cambiar fríjoles por pescado u organizar partidos de fútbol. Pero eso es cosa del pasado. 

“Como no había pesca, vimos en los primeros años mucha desnutrición en los habitantes del caño del Cauca”, trae al presente Acened.

Descendientes de la comunidad indígena Nutabe, las familias de Oro Bajo se separaron, unas tomaron camino a Ituango y otras a Toledo y Medellín.  Pero ese corregimiento no fue el único que contó con esa suerte. Barbacoas, del municipio de Peque, tuvo el mismo final: Unas familias del pueblo Nutabe se fueron a Sabanalarga y otras a Liborina y al casco urbano de Peque. Transcurrían los primeros año del 2000.

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Los niños son parte vital de este proceso. Aquí uno de ellos participa en una jornada de reforestación. Archivo particular


 

Acened fue barequera, de eso solo le quedan recuerdos de cuando iba con sus hijos al río para conseguir oro.

Hidroituango, Hidrosogamoso y la Salvajina son solo algunos de los proyectos que han afectado a las comunidades que originalmente estuvieron donde se construyeron. El proceso, eximiendo sus detalles, parece ser el mismo. Los hombres parten por nuevos trabajos lejos de casa y las mujeres junto con sus hijos se quedan solos, pensando en alternativas: ¿cómo obtendrían el agua ahora?, ¿cómo se protegerían?, ¿de qué se alimentarían?

En Cauca, como en Antioquia y Santander, diferentes colectivos de mujeres se agruparon para encontrar respuesta a estas preguntas. Su articulación nacional, Ríos Vivos, funciona como una organización donde las mujeres toman protagonismo y luchan contra las implicaciones negativas que han traído los diferentes proyectos hidroeléctricos en sus regiones.

Los peces, recuerda Acened, dejaron de verse en las aguas cercanas a su casa. Perdimos a Barbacoas, era un corregimiento que fue reubicado por el proyecto. La gente se dispersó, unos fueron a Sabanalarga otros a Liborina y otros a Peque. Desintegraron a todas las familias, perdieron su identidad, los nutabe son muchos y, por la estigmatización de los pueblos indígenas, la gente ya no se identifica como nutabe. El pueblo se está acabando".


 

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“Como defendemos la vida tenemos que encontrar las alternativas para que no nos maten”

Diana Giraldo, líder Colectivo Ríos Vivos


 

Si bien diferentes grupos armados como el ELN, Farc y paramilitares han tenido disputas en esta zona del Bajo Cauca, Acened afirma que a muchos de los desplazados por Hidroituango los han maquillado como víctimas del conflicto armado, aunque a ella las balas sí la obligaron a irse de su territorio, a despedirse de familiares para siempre y a consentir una necesidad constante por regresar.

Las huertas comunales y el apoyo de las instituciones educativas para que la formación de los niños esté enfocada a la permanencia del territorio han sido algunas de las soluciones que han encontrado estas comunidades frente al desarraigo. Y con eso han llegado otras cosas buenas, como la unión entre vecinos. “Gracias al proceso con las mujeres, hemos visto que las venganzas y odios de hace tanto tiempo entre familias se han diluido al tiempo que luchamos por nuestro territorio”.

Ana Aparicio ha tenido que vivir una historia parecida por Hidrosogamoso. Cuando los hombres adultos se fueron, narra, el proyecto hizo que una población diferente a la de su territorio se asentara cerca a la ribera del río y se empezaron a reportar casos de adicción y prostitución. Aquellos días donde los pescadores salían y regresaban a casa con el alimento, desaparecieron.

Los paros y las marchas a favor de la vida y del territorio tal y como lo recordaban, hicieron que el grupo tomara notoriedad. Eso, sumado a que el Magdalena Medio, una región rica en recursos naturales, tiene un velo notorio de pobreza y abandono del Estado.

“Podemos volver a empezar de nuevo, podemos seguir cuidando el agua, pero lo poquito que hemos dejado es que para seguir sobreviviendo. El agua se cuida, la naturaleza se cuida, estamos enseñando eso a los niños”, cuenta la mujer.


 

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Las mujeres trabajan en conjunto en diversas actividades en donde debaten sobre cual medio puede ser mejor para transformar el territorio. Archivo particular


 

América Latina vive un momento donde los proyectos hidroeléctricos están en auge. Por eso Ríos Vivos se articula también con otras organizaciones del continente para dialogar e intercambiar conocimientos sobre lo que sucede en sus territorios.

Ana, como muchas mujeres de Latinoamérica, sabe que muchas de estas hidroeléctricas tienen un periodo de caducidad, de décadas, donde ya no pueden producir energía, sin embargo sabe que las poblaciones no han podido recibir indemnizaciones por las empresas porque estas sencillamente se van.

“Vimos la lucha de las mujeres invisibilizadas buscando alternativas”, cuenta Diana Giraldo, una de las muchas mujeres afectadas por Hidroituango que ha visto como el agua, abundante en el pasado, pasó a ser de uso restringido. 

Otra estrategia común para estas mujeres son las plantas medicinales, de las cuales se abastecen cuando aparece alguna enfermedad. A partir de ellas han encontrado otra forma de subsistir y de darle sentido a permanecer en el lugar de donde han querido sacarlas, pues las enfermedades se ven con más frecuencia y con mayor intensidad con la llegada de los proyectos.


 

 

"Conocimos una tecnica de bordado chilena con la que las mujeres en la guerra se comunicaban con sus esposos. La adoptamos y empezamos a expresarnos de manera diferente. Hay mucho dolor de por medio. Generamos otras formas de comunicación, donde la gente puede expresarse"

Diana Giraldo, líder Colectivo Ríos Vivos


 

Diana también tiene miedo. Sabe que las mujeres de los diferentes colectivos se enfrentan a un poder demasiado grande. “Defendemos la vida y tenemos que encontrar las alternativas para que no nos maten”, sentencia.

En un encuentro con comunidades de Chile, Diana descubrió que una nueva forma de comunicar el dolor y lo que las mujeres sentían con sus esposos era el bordado. Ahí podían plasmar sus ideas y transformarlas lejos de la palabra viva para convertirla en una palabra tejida, visual, narrativa de escenas únicas grandilocuentes y pequeñas escenas.

Este proceso, tan artístico, hizo que los conflictos personales y las nociones de angustia se fueran disolviendo entre tela e hilo. El pensamiento se traslada hacia un lugar interior donde estas mujeres logaron apropiarse de una técnica que podía ser enseñada y usada como una reflexión sobre lo que alrededor sucedía.

Hombres que se van de sus casas en busca de trabajo, una pesca desafortunada, niños al cuidado de sus madres y ríos adulterados por proyectos hidroeléctricos se entrelazan con intenciones de la intimidad que afectan a las familias por el cambio que ha sufrido lo que llaman hogar.


 





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Semana Rural. Un producto de Proyectos Semana S.A. financiado con el apoyo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) a través del programa de Alianzas para la Reconciliación operado en Colombia por ACDI/VOCA. Los contenidos son responsabilidad de Proyectos Semana S.A. y no necesariamente reflejan las opiniones de USAID o del gobierno de Estados Unidos.